lunes, 21 de marzo de 2016

Capítulo X

Sin prestar mucha atención al paisaje, lo contemplo. Es lo que siempre hago. Cuando monto en coche, desconecto con la música, no esa de las emisoras aleatorias a lo largo de los años, sino la música descargada en mi móvil. Eso, y los coches, los arboles, la carretera... Pero hoy es diferente, mi cabeza no para de dar vueltas y más vueltas, por muy alto que tenga el volumen.
Tengo la esperanza de que con el comienzo de las fiestas mañana, esto vaya a mejor o, al menos, que sea más fácil.
Desde que he abierto los ojos esta mañana, en mis pensamientos no han parado de aparecer Lu y Francis. Bueno, el hawaiano también, no sirve de nada engañarme.
Seguía, y sigo, sin noticias de Lu. Móvil apagado o fuera de cobertura, fijo comunicando —porque está desconectado—, y yo en el pueblo de mi abuela sin poder contactar con nadie por no tener internet. Al menos, me dio tiempo de hablar con Cris y ponerla al tanto de lo sucedido, sé que ella si podrá razonar con Lu.
Francis, otro que me tiene preocupado. No es que sea un mal chico para Lu, es más, es el chico que ella necesita. Sin embargo, Lu es mucha Lucía, y ni yo sé cómo va a reaccionar a que yo haya hablado con él y todo eso. ¡Maldito hawaiano! Todo esto es por mi culpa. ¿Por qué tengo que mantener a mis amigas pendientes de un tío que no voy a volver a ver nunca más? No para de ocasionarme problemas, y yo sigo ahí. Esto es peor que la historia con Nico... ¡y eso que no lo conozco! Seguramente si hubiera intercambiado con él algunas palabras esto sería todavía muchísimo peor, ¡estaría más obsesionada!
Lo que aún no logro entender es porque sigo pensando en él si solo lo he visto una vez. No hay más. No lo tuve lo suficientemente cerca para poder apreciar el color de sus ojos, el olor que desprendía, el tono de su voz, ¿sería de verdad hawaiano? No puedo imaginármelo con acento, bueno, no puedo imaginármelo de ninguna forma porque ¿cómo imaginas la voz de una persona a la que nunca has escuchado hablar? Incluso el color de su pelo es un recuerdo borroso...
Suspiro. Resulta irónico, la última vez que suspiré en un coche también fue por él.
Tengo que olvidarlo, ¿de qué me sirve recordarlo? No me conoce, no sabe nada de mí, ni siquiera de mi existencia. ¡Ah!, lo peor de todo no es eso, sino que tiene novia. Premio. ¿Quién será? Algún día aclararé este tema con Lu.
La abuela me esperaba en el salón, como siempre. Estaba viendo a Juan y medio. Fue sentir la puerta y ya la tengo encima dándome un abrazo. Recuerdo que cuando era más pequeña, me abrazaba muy fuerte al igual que cuando me besaba en la mejilla, hasta que un día se lo dije. Creo que se enfadó conmigo unos días.
Dejamos atrás el pasillo entrando al salón. Me dirijo a la primera puerta. Mis padres se quedan hablando con ella mientras yo paso a la habitación y coloco las cosas. Le mando un sms a Carmen y me avisa para quedar después de cenar.
Siguen charlando tan tranquilos en el salón. Mis padres están sentados en el sofá que pega a la pared y mi abuela en una silla. Me uno a ellos aunque me encierro en la lectura de Esta noche dime que me quieres tan pronto como me siento en el sillón que hay enfrente de mi abuela, al lado de la televisión.
Al final cenamos todos juntos, intento ayudar a mi madre o a mi abuela, pero no me dejan. Sigo leyendo hasta que tocan al timbre. Es extraño que la puerta esté cerrada, en este pueblo es casi una costumbre el mantenerlas abiertas. Seguramente haya sido papá al pasar. Voy yo decidida a abrir esperándome a alguna vecina que quiere cotillear quién es el dueño del coche.
Atravieso el pasillo y abro la puerta: la cortina está echada. ¿Quién puede haber al otro lado que no quiere apartarla y qué sea descubierto? La aparto yo, sabiendo que una vecina no va a ser.
Apoyado en el coche, observo una espalda ancha y musculosa, ya que los brazos quedan al descubierto bajo una camiseta de tirantes. El chico tiene el pelo rapado, y se ve perfectamente el pearcing que tiene en la oreja derecha mientras su rostro gira para poder verme. Unos ojos negros me observan, y una sonrisa aparece entre un inicio de barba. Toni.
—¡¿Qué haces aquí?!—grito a la vez que me abalanzo sobre él. Nos fundimos en un abrazo, pero no una cualquiera, un abrazo de los de verdad, de esos que son tan fuertes que te transmiten lo que las palabras no son capaces de expresar.
—El permiso por vacaciones. ¿Y tú qué haces aquí?—se ríe.
—¿Te lo ha dicho Carmen?—asiente—. Qué tonto eres. Anda, pasa. Íbamos a cenar.
Toni es el hermano mayor de Carmen. Tiene veintitantos años y lleva dos años en el ejército. No lo veo desde que se metió. Nuestra relación siempre ha sido de amor-odio. Siendo unos mocosos no nos tragábamos, siempre estábamos chinchando al otro y poniéndonos caras largas en las reuniones familiares hasta que llegó un momento donde comenzó a cuidar de mí en el instituto sin que yo lo supiera, el trato en las reuniones familiares cambió por su parte y no me seguía el rollo cuando iba a por él. Cosas de niños, supongo. Fuimos inseparables hasta que entró en el ejército.
Durante la cena nos contó cosas sobre el ejército, su proceso de formación. También nos habló de sus compañeros, y su superior.
Toni se levantó para irse y mis padres, detrás.
—Nos veremos por las fiestas, peque—. Fue su despedida.
Y ahora yo estoy esperando a su hermana en la farola que hay a la entrada del pueblo. Es uno de los puntos de encuentro que tiene el pueblo, el segundo es el parque.
—Vamos a llegar tarde—me digo a mi misma.
Esta tarde es el pasacalle de los viernes, y a pesar de que el pueblo se recorre en diez minutos de punta a punta, vamos a llegar tarde por culpa de Carmen, ¿pero qué estará haciendo esta mujer?
Hoy hace calor, y eso que voy con unos shorts vaqueros y una camiseta ancha y blanca. Me gusta mucho porque forma la palabra "love" con huesos, y a su vez, los huesos son otras palabras. Confirmo de nuevo la hora en el móvil: las seis y dos de la tarde. El pasacalle empezaba a las seis. La luz se apaga y mi reflejo queda atrapado en él. Hoy estoy guapa. La raya de los ojos me ha salido perfecta, con su rabillo y todo.
Carmen baja la cuesta.
—¡Vamos!—le grito.
Yo ya estoy en camino esperando que ella me siga el paso. En unos segundos me ha alcanzado el ritmo. Vamos al parque.
El pasacalle ha acabado hace una hora, más o menos, y Carmen y yo seguíamos solas.
—¿Hoy no sale nadie?
—Sí, es que estoy esperando a que llegue mi prima, y los extranjeros llegan esta noche.
—¿Los extranjeros?—inquiero.
—Los que vienen siempre de afuera. Se han puesto de acuerdo para ir a la playa hoy. Esta noche a las doce nos vemos en las escaleras, que ya estarán todos,y hacemos el botellón.
—Vale.
Volviendo a casa de la abuela, contemplo el pueblo. Es uno de mis sitios preferidos para disfrutar de unas vacaciones un tanto relajadas, y es que es un pueblo tan pequeño, que sus habitantes viven fuera. No todos, pero es lo que pasa cuando un pueblo no te ofrece un futuro. Por eso en verano se llenaba de extranjeros, como Carmen dice, y es que todos vuelven a casa en verano y en navidad. Dos épocas del año donde todo el mundo eran unos desconocidos, hasta los propios habitantes.
Cuando llego al sitio de encuentro, las escaleras a la entrada del pueblo, Camen ya estaba allí con su prima, varios chicos del pueblo, y gente nueva. Había un total de 14 personas.
—Hola— saludo.
—Hola, prima— Me saluda. Se levanta y comienza a señalar con la mano:
»Ya conoces a mi prima Marta. Estas son Paula —era una chica más pequeña que ella, morena, con el pelo un poco más corto—, esta es Vero —una chica de Latinoamérica, morena, con pelo largo. Su piel fácilmente podía pasar por un moreno quemado, sin llamar la atención, pero esos rasgos faciales la delataban fácilmente—. Este es Adrián—. El chico que respondía a ese nombre se gira, estaba hablando con dos chicos del pueblo. Me mira fijamente:
—Hola, ¿qué tal? —y me da dos besos. Con el pelo negro y de punta. Piel clara, sin bronceado alguno. Tenía unos ojos oscuros… ¿negros, marrones? No soy capaz de distinguirlo con la luz de una farola a unos metros de nosotros.
—Bien, Layla—digo presentándome ante todos.
Es muy guapo, delgado, poco musculoso pero esbelto.
Carmen me presenta a dos niñas y un chico más. Apenas me miraron, seguían absortos en sus conversaciones.
Todos están pendientes de un nuevo lío en el pueblo, pero es algo complicado seguirles la conversación cuando las personas implicadas son extranjeras y se marcharon la semana pasada. Si en vez de nombres me enseñaran las fotos, quizá sería capaz de reconocerlos.
Vero y Paula, si no me falla la memoria, no participan en esta conversación. Pueden ser mi salvación. Me pego a ellas disimuladamente, deseando con todas mis fuerzas reconocer algo de lo que hablan para poder unirme.
Estaban pendientes del móvil. Qué envidia de smartphones. Creo que están viendo imágenes sobre libros.
—Perdonad, ¿eso son libros? —mentalmente estoy cruzando los dedos.
—Sí, estamos mirando la página web de Blue Jeans, creemos que en este mes habrá un sorteo— contesta Paula. Tiene gracia que se llame como la protagonista de su primer libro Canciones para Paula.
—¿Os gusta Blue Jeans? ¡A mí también!— ¿He parecido muy desesperada?
—Sí, yo estoy esperando a que me compren la tercera parte de Canciones para Paula— comenta Vero.
—Yo ya me la he leído. La saga entera, digo.
—Leer es mi vida—concluyo.
—Para mí, lo es la música rock. ¡Es la mejor! …se apresura a contestar Vero. No puedo evitar poner una mueca—. ¿Qué pasa?
—Odio la música rock... No me va para nada eso de los gritos y eso...
—Para gusto, los colores—. Es lo único que añadió.
Momento de silencio incómodo. Vamos bien, Layla, muy bien.
—A mí me gusta mucho los caballos, mira—. Paula intentado salvar la noche.
Nos enseña dibujos de caballos hechos a lápiz que tiene fotografiados en su móvil. Parecen bastante reales, con las sombras. Hay uno que ha captado mi atención: al caballo le salen unas hermosas alas del lomo, parecen estar hechas de algodón o plumas muy suaves.
—¿Son tuyos?
—Sí, ¿te gustan?
—Guau... ¡Son fantásticos!
—No lo sé, hay algo que no termina de gustarme. Falta algo.
—Te lo digo en serio, incluso parecen de verdad.
—¿De qué habláis, chicas? —El dueño de esa voz coloca su mano sobre mi hombro. Estoy convencida al 99.9% de que es Adrián. Me giro, nerviosa, para comprobar si es él Una parte de mí lo desea. Unos ojos oscuros están mirándome fijamente. Marrones, rozando el color negro.
Lo miro y me sonríe. Qué sonrisa tan bonita tiene.
­—Aficiones, Adrián—. Contesta Paula.
—Lo mejor es el rap—. A la vez que está pronunciando esas palabras, se agacha hasta estar a nuestra altura, puedo notar su respiración.
Demasiado simpático, ¿no? Puedo darse la opción de que fuera amigo de alguna de ellas. Poco probable. Vero apenas habló cuando él apareció, y Paula... Bueno, es una chica muy dulce, habla con todo el mundo.
¿Se habría acercado por mí? Es un hecho que ha sido el único chico que me ha dirigido algunas palabras. No necesito más problemas con chicos, lo mejor es creer que es un chico sociable.
No puedo apartar de mis pensamientos a Adrián. Necesito música para desconectar y conciliar el sueño. Mi lista sobre bandas sonoras podría ser la solución.

Cuando Morfeo vino a mí, había perdido la noción del tiempo.

martes, 15 de marzo de 2016

Capítulo IX

Estoy pensando si debería ponerme corbata o pajarita. Es la primera vez que voy a cenar con los padres de Sara, y tampoco me ha quedado muy claro si es algo familiar o es de cena de trabajo o algo así.
Me siento bastante mal por el trato que le he dado hoy. La verdad, no sé ni de donde he sacado esa rabia que he usado contra ella. Y pensar que es todo cierto... Porque podría decir que son dudas que todas las parejas tienen, pero en este caso sé que o es así, más que nada porque allá donde voy, si hay gente de nuestra edad, no paran de susurrar y mirarme a escondidas, hasta que me cansé y le pregunté a mi primito que qué demonios pasaba aquí.
Por suerte, lo de antes ha sido todo un susto y ya está descansando en la habitación. Me he quedado con él hasta que se durmió, y mañana tranquilamente, sin agobios, hablaré con él. Quiero saber qué es lo que ha pasado para que terminara casi ahogado en la piscina.
Me observo en el espejo, llevo unos vaqueros oscuros y una camisa blanca, con un toque personal: remangadas hasta el codo y con dos botones desabrochados. Creo que voy a pasar de llevar corbata o pajarita, ¡ni qué fuera mi boda!
La verdad, dudo que lo mío con Sara dure mucho, por lo poco que me contó mi primito, ella se dedica a vivir la vida, y bien que hace, pero si eres de ese tipo de personas no te comprometas. Quizás yo también debí haberme negado a esto, pero desde que pasó lo de mamá he aprendido a disfrutar más de lo que la vida me va dando, de cada detalle... Y no es que esté enamorado hasta las trancas de ella, tampoco es que crea en el amor verdadero, pero me gusta bastante y yo le gusto a ella, y al tener mi mismo pensamiento no tengo problema alguno en que esto vaya a tener problemas en un futuro.
Vale, ahora sí me siento mal por el pollo que le he montado está mañana. Esta noche le diré que lo siento mucho -cosa que es cierta-, y que, si lo prefiere, podemos ser follamigos, o tener una relación liberal, que creo que ahora eso equivale a lo mismo... Bah... Da igual. El caso es que no quiero que me malinterprete.
Estoy echándome un poco de colonia antes de salir cuando mi primo entra a la habitación y se sienta en la cama.
—¿Qué haces?—pregunta.
—Arreglándome. Salgo esta noche.
—Ah... ¿Sara?
—Sep. Se supone que es formal, así que creo que ya estamos bien. Hablaré con ella de todas formas—digo después de pensarlo mejor.
—Ah...
—¿No deberías estar durmiendo? ¿Qué quieres?
—¿Qué piensas de Lucía?
—¿La de las clases?—pregunto mirándole fijamente.
—La misma...
—Que le gustas mucho, pero las formas de tratarte hoy no me han gustado—suspiro, al fin.
—¿Tú crees? —Asiento con la cabeza—. Hoy... Después de todo lo que ha pasado... Creo que también— los dos quedamos en silencio unos instantes, hasta que decide continuar—: Estaba hablándome de otro chico y no he reaccionado bien, se enfadó y acabó confesándome sus sentimientos y... se largó. No sé qué hacer, ¿tú qué harías?
—Buscarla. Eso no hace falta ni pensarlo. Explícale por qué has reaccionado así, cuéntale sobre tus sentimientos. Déjate llevar.
—¿Que me deje llevar?
—Cuanto más lo pienses o más vueltas le des al asunto —la alarma del móvil suena—, peor. Y... tengo que irme ya —digo cogiendo la chaqueta—. Ya me contaras cómo te ha ido. ¡Suerte!—y salgo de la habitación.
La conversación con mi primito rondaba por mi cabeza durante todo el trayecto hasta llegar a casa de Sara. Tengo que hacer lo mismo que él y dejarme llevar. Que todo sea un bonito recuerdo cuando ya no sea real. Ahora estoy más calmado y podremos hablar este tema mejor, Sara solo debe entender que si quiere algo conmigo debe respetarme. Y pedirle perdón por cómo la he tratado, estaba enfadado.
Creo que esta chica me terminara gustando, que empezaré a sentir por ella. Nunca antes me había visto en la situación de perdonar una infidelidad. Mi filosofía de vida es el carpe diem, y cuando se acaba el disfrutar, se acaba el momento, y con ella seguía viviendo el momento. No quiero que esto acabe, al menos, ahora.
Sara estaba esperándome en la puerta, podía verla desde que el momento en que giré la esquina. Lleva puesto un vestido largo de gasa siendo más largo por la parte de atrás. Palabra de honor, amarillo. Su bronceado quedaba al descubierto e intensificado. El pelo le caía a mechones por el rostro. Rubio, resaltando sus castaños ojos.
—Hola—. Me saluda con una sonrisa.
Yo... yo me olvido de cómo hablar. Nunca había visto algo tan hermoso.
—Puedes pasar si quieres—dice después de unos segundos.
—Sí, sí... Estás... ¡Guau!— y la beso. Mis manos se posan en su cuello, atrayéndola hacía mí. Tiene una piel muy suave.
Se aparta de mí. Sonríe.
—Mis padres están en el jardín. Vamos—y hace ademán de que la siga. Esta noche, la seguiría a cualquier parte.
Al acabar la cena, damos un paseo por el barrio. Sin rumbo, acabamos en un mirador que hay al final de la calle.
—Sara...—Comienzo.
—Shh... Disfruta de las vistas—. Me calla, y me giro para poder contemplar el cielo nocturno. Está repleto de estrellas, entre ellas, la constelación de la Osa Mayor junto a una luna menguante.
—Por favor, Sara, déjame hablar—. Gira sobre sí misma y quedamos el uno frente al otro. Sus ojos expresaban preocupación y culpa.
—¿Qué pasa?
—Sara, siento mucho lo de esta tarde. Espero que me perdones. No tenías que haber organizado la cena con tus padres para demostrarme que te importo, lo sé.
»Esta tarde te hablaba consumido por los celos y la angustia de pensar que te podía perder. Pero, es que eran demasiados comentarios y rumores los que habían llegado hasta mí, y únicamente tenía en mi mente la imagen de ti con otro tío. Y eso me superaba. Sé que no te he tratado bien, lo siento mucho, espero que me puedas perdonar algún día, por que el trato de esta tarde no ha sido el correcto. Simplemente, me dejé llevar por las emociones, y no me paré a pensar que la culpa también es mía, en parte.
—Pe...
—Shh... Déjame terminar —digo dulcemente—. La culpa también es mía, por no saber tratarte, por pasarme, quizás no he pasado tiempo suficiente contigo, o te he dejado de lado. Solo sé que esta cena de hoy, no era lo que tenías que haber hecho. Deberías de haberte enfadado conmigo por mi trato hacia ti esta tarde, haberme mandado a la mierda o cualquier cosa así. Deberías de haberte planteado el dejarme; pero no lo has hecho, y eso solo quiere decir una cosa: te importo— la estoy mirando a los ojos, está emocionada—. No sé si me querrás, aún es pronto para que haya sentimientos de por medio, pero yo te puedo asegurar una cosa: siempre voy a estar contigo, ya sea como novio, amigo... lo que tú quieras, pero déjame estar junto a ti. Lo siento.
—Gaby, la culpa también ha sido mía. No me he acostado con nadie, pero sí me he liado con algún que otro chico... Y esta tarde he estado pensando... No te voy a decir que lo dejemos, porque me importas, y mucho, pero quizás empezar de nuevo, o darnos un ultimátum. Al siguiente fallo, sea de quién sea, esto se acaba.
Se lanza sobre mí. La rodeo con mis brazos para acabar sumergidos en un cálido abrazo. Lleno de cariño, ilusión, y quizás un poco de amor.
Son las tres de la mañana y sigo enfrente del ordenador. Desde que Gabriel se fue, no me he separado del tuenti. Y no, Lucía no ha dado señales de vida.
No sé qué hacer. Esto me sobrepasa. No para de recargar la página de inicio por si me llega algún mensaje privado de ella, o por si se conectaba al chat y éste por cualquier motivo se quedaba pillado y no salía ningún contacto nuevo.
Tampoco sabía si debía haberla llamado a lo largo del día. A estas horas ya no puedo. ¿Y si le mando un privado? No puedo, esto deberíamos de hablarlo cara a cara. ¡Y no tengo su número!
Esto parece una película americana y yo el pringado de turno, ¿cómo no he podido darme cuenta? Solo espero que no sea demasiado tarde...
La desesperación me va consumiendo poco a poco. Tengo la opción de pedirle a alguien su número de teléfono y llamarla mañana, o mandarle un sms. ¿Qué puedo hacer?
El sonido del chat suena, alguien se ha conectado. Claro, ¿cómo no había caído antes?
No logro sacarlo de mi mente. El hawaiano con novia, ¿sabría Lu quién era y no se lo quería decir? En ese caso, ¿cuál sería el motivo? Seguro que es porque la conozco...
Vuelta hacia el otro lado de la cama. Hubiese preferido no tener noticias de Lu. ¡Este sms deja mucho que desear! Y no soy capaz de pegar ojo... Probé varias veces a llamarla e insistí otras tantas, pero todas las veces salió que el móvil estaba apagado o fuera de cobertura.
Todo era, y es, muy extraño. ¿Por qué apagaría Lu su móvil? No le encuentro el sentido a nada... El sms, la información ocultada —porque la había, de eso estoy totalmente segura—, el móvil apagado... Aquí hay gato encerrado.
Quizás Lu solo quiere protegerme, y por eso no me dice nada, ¿de qué serviría saber quién es? Y aunque lo supiera, ¿es que voy a interponerme entre ellos por un fin de semana que me queda por pasar allí? No, no merece la pena. Lo mejor es que deje de darle vueltas a la cabeza y resignarme.
¿Cómo puedo resignarme? El hawaiano ha sido el único chico hasta el momento que me ha hecho olvidarme de Nico. A ver, lógicamente no estoy enamorada de él ni nada por el estilo, pero es que es tan misterioso y todo tan romántico: la playa, el misterio que lo envuelve... Suspiro.
Vuelta hacia el otro lado. Una cosa tengo clara, y es que esta noche no voy a dormir nada. ¿Qué puedo hacer? Vuelta al mismo lado que antes. Tengo el portátil en frente de mí.
Son las tres pasadas cuando me conecto a tuenti. No tengo ninguna notificación. Solo ha pasado una hora desde que me conecté, es normal. El sonido del chat suena, ¿Lu?
Francis: Hola!
Yo: ola
Francis: Oye, no se si has hablado con Lucia.. pero no se na de ella, tu?
Yo: pues.. no muxo, x? a pasado algo?
Francis: pues.. el otro dia hablando de un chico.. me confeso que le gustaba y q no me habia dado cuenta.. por q yo pensaba que a ella le gustaba ese chico.. y desde entonces no hemos hablado.. =S
¡Claro! Eso explicaba el sms, seguro que Lucía le habló del hawaiano intentando sacarle información, él la malinterpretó, por lo que Lucía saltó, seguro se enfadó y le confesó que era él quién le gustaba. Tengo que hablar con ella.
Yo: ah ya.. wno, e intentao llamarla xo no me lo a cogido. mñana la llamo..
Francis: Ahh
Yo: aora ella necesita su espacio, es mejor q no la agobies, azme caso. qndo ella ste lista te buscara.. o dara señales d vida
Francis: Es q.. yo no sirvo para esto.. incluso mi primo se dio cuenta..
Yo: tranqilo, ya se calamara, ella es asi..
Francis: =S
Yo: mñana la llamo, xo mno le durara muxo, tu le gustas muxo Francis..
Francis: No lo se.. Se fue muy cabrada..
Yo: es normal.. ella es asi, explota con na.. y es normal enfadarse con algo asi.. k te digan k t gusta otro el xiko k te gusta.. jode..
Francis: Gracias :)
Yo: wno m voy, tngo sueño, trankilo, mñna t cuento xaoo
Francis: Adios :*
Antes de que me vaya mañana, tengo que hablar con Lu. Espero que ya se le haya pasado y tenga el móvil encendido...
Después de una noche más despierta que dormida, donde el sueño me fue rebatado desde el momento que me tumbé en la cama, ha amanecido.
No quiero saber nada de nadie. Hoy tengo suerte, mi madre está trabajando y estaré sola todo el día.
Me estirazo, tengo los músculos engarrotados. Venga, Lucía, hoy es un nuevo día.
Ni yo me lo creo...
No quiero abrir los ojos, no quiero encender el móvil, no quiero hacer nada. Quedarme en la cama parece un buen plan. ¿Estoy exagerando? Puede, suelo hacerlo, pero no me importa.
Estoy exagerando. Y no es una pregunta, es una afirmación. Me pasé un poco con Francis, él nunca ha tenido relaciones, pero... ¿tan poco se nota lo que siento por él?
¿Debo ser yo la que lo busque? ¿Tengo que ser yo la que lleve la iniciativa y pedirle perdón?
No quiero pensar. No me apetece. Pero debería volver a la comunicación. Cojo el móvil. Sin batería. ¿De verdad tengo que levantarme de la cama para coger el portátil? Vaga como yo misma, me levanto hasta llegar al escritorio.
Antes de entrar en tuenti prefiero mirar Twitter. No tengo ninguna novedad, tampoco es que lo utilice mucho. Busco alguna tendencia que me anime, algo gracioso, como "pelis con tortilla" o cualquier cosa de ese estilo, pero nada.
Estoy atenta a que tuenti se conecte, quiero cancelar la conexión al chat antes de que nadie pueda verme conectada. Aún no quiero contacto con nadie. Pero no necesito cancelarlo, aunque lo hago, ya que tengo varios privados.
Layla 7 de Ago, 10:37
He hablado con Cris, espero que no te importe. Si no das señales de vida, irá en busca tuya después de comer.
Layla 7 de Ago, 10:23
Hola! Anoche hablé con Francis y me aclaró algunas cosas..
Lo siento, por mi culpa de querer saber sobre “el hawaiano” te has peleado con Francis. Pero tengo que decirte que lo tienes loquito. Está suuuuuuuuuuuuuuuuuper preocupado, me dijo que quería hablar contigo, pero yo le dije que no te agobiara.. que ya lo buscarías tú.
Lu.. ese chaval merece la pena, se nota que le importas.. No lo dejes escapar!
Sé que a una no le sienta bien la insinuación de que te gusta otro.. pero no lo hizo con mala intención, me dijo que no se había dado cuenta de que le gustas..
Deja que pase unos días y llámalo, vale?
Te llamaría por teléfono, pero me voy al pueblo de mi abuela de fiestas, creo que es la mejor forma de poder olvidarme un poco de “el hawaiano”. Me gustaría que me dijeras quién es esa chica.. tu sms me dejó muy preocupada y deja mucho que desear.
Ya hablaremos con más calma cuando vuelva.
Piénsate lo de Francis, eh? Vale la pena.
TeeQuiiiero <3
No me apetece contestarle. Qué piense sobre Francis... ¡Si no dejo de hacerlo! Y para colmo, Cris aparecerá en algún momento... No puedo decirle que es Sara la pareja del hawaiano...
Tengo que pensar en muchas cosas, y se va al pueblo de su abuela, eso me da un margen para poder contestarle el privado. Hago click en inicio. Un nuevo privado.
Cris 7 de Ago, 11:24
Sé que estás en Tuenti, tú última visita es de hace “unos segundos”.
Puedes conectarte? O llámame! Pero tenemos que hablar, ok?
Un kiss.
No, no quiero. Quiero que me dejéis tranquila. Necesito helado, y un cigarro.
13.47 cuando decido, por fin, conectarme al chat.
Yo: Cris, he tomado una decisión.