lunes, 31 de diciembre de 2012

Capítulo 20

FELIZ NAVIDAD Y AÑO NUEVO PARA TODOS. QUE VUESTROS DESEOS SE HAGAN REALIDAD :)



-Layla, despierta... - Susurró alguien.

Layla se giró hacia el otro lado, envolviéndose más entre las sabanas... Le gustaba tanto esa sensación de estar envuelta en ellas, tan calentita y cómoda...

-Layla, está Carmen al teléfono. - Y sintió unas manos sobre sus hombros.

Ronroneó.

-Layla... - La voz dejó de ser un susurro.

Layla abrió un ojo, y pasó su mano sobre el restregándola, para despertarse definitivamente. Intentó librarse del ovillo que era por aquel entonces las sabanas, y con un poco de esfuerzo logró zafarse de ellas, liberando así sus brazos. Se giró hacía el otro lado, quedando cara a cara con su abuela.

Bostezó.

-¿Qué pasa, abuela? - Su voz sonaba tan cansada... Estaba tan a gusto en la cama, que no quería salir de allí nunca.

-Carmen está al teléfono. Venga, no la hagas esperar más. - Y salió de la habitación.

A Layla le hubiese gustado quedarse en la cama unos minutos más, era lo mejor de levantarse tarde, esos momentos que estás recién levantada y todo parece un sueño, estás tan descansada y a gusto que te pasarías horas sin moverte de ahí. Donde lo único que te apetece es enrollarte otra vez entre las sabanas y estirazarte... pero Carmen esperaba al teléfono.
Salió de la cama, y buscó sus zapatillas de estar por casa. Eran rosas y con pelo. Arrastrando sus pies, se dirigió al salón y cogió el teléfono. Su abuela estaba en la cocina.

-¿Si...? -Dijo al teléfono. -su voz era la de una persona recién levantada.

-Buenoos diiiíaaaaaas - Contestó una voz cantarina al otro lado del teléfono. - ¿Qué tal estamos?

-Con sueño, ¿qué pasa?

-Hemos quedado para comer a las una y media, ¿te unes?

-¿Qué hora es? - Tenía reloj en la muñeca pero no tenía ganas de mirar la hora.

-Son las una. Venga, vístete y nos vemos en la farola. -Chauuuuu - Y colgó.

Layla colgó el teléfono. Que pocas ganas de fiesta tenía... solo quería dormir un poco más.

-Abuela, no prepares comida para mi, que me voy con la prima y estas a comer, ¿vale? - Dijo mientras se dirigía a la puerta de la cocina.

-¿No vas a desayunar?

-No, abu. Voy a arreglarme.

Camino a su cuarto, ya estaba haciendo planes sobre la ropa que iba a ponerse. Cogió sus pantalones cortos vaqueros y una camiseta de rayas naranjas anchas, de esas que una manga caía sobre el hombre, dejándolo al descubierto. Se miró en el espejo, se retocaría un poco el maquillaje de anoche, total, era mediodía, no había que arreglarse mucho.

Después de hacer sus necesidades en el baño, se lavó los dientes y contempló su rostro en el espejo: tenía un poco de ojeras y su pelo estaba alocado, algo inusual en ella, ya que debido a que era tan lacio, siempre era ese su aspecto, ¿tantas vueltas había dado esa noche en la cama?

Se echó agua en la cara, cogió el correcto de ojeras y aplicó un poco sobre las suyas para después difuminarlo con los dedos. La raya la mantenía aún de anoche, así que solo puso el rizador de pestañas sobre sus pestañas y después aplicó la mascara de pestañas. Unas gotas de colonia sobre su cuello, y voilà.

Revisó el bolso, sólo tenía que meter sus llaves, pañuelos llevaba y le monedero estaba dentro con el dinero que le sobró ayer. También estaba la cámara de fotos - que no recordaba haberse echado alguna - y su vaselina. Que se echó un poco y la volvió a guardar dentro.


Cuando salió a la calle, el sol la deslumbró. Sus ojos debían de acostumbrarse a la luz y dejar la oscuridad del dormitorio atrás. Durante unos segundos tuvo que entornar los ojos y poner sus manos de tal modo que tapaba el sol y no le molestaba tanto. Notaba como los rayos de sol calentaba su cuerpo. Hacía mucha calor. Era lo que tenía el verano en Andalucía.

Se lamentaba de no haberse hecho una coleta cuando estaba en el cuarto de baño, iba a pasar calor. Buscó entre las cosas de su bolso, haber si por casualidad tenía algún coletero, pero no encontraba nada. Se resintió. Tendría que pasar calor, a no ser... Tenía la posibilidad de que alguna de las chicas llevase alguno de sobra.

Cuando llegó a la farola, Carmen estaba bajando la cuesta de su casa. Layla se dirigió hacia le final de la calle y se dieron dos besos cuando Carmen llegó a donde se encontraba Layla.

-¡Hola! - saludó radiante, Carmen.

-Buenos días. - Saludó, aún soñolienta, Layla. - Oye, ¿no tendrás por casualidad un coletero? - intentó sonar inocente, mientras se tocaba un mechón de su pelo suelto y miraba hacia el suelo.

-Pues sí, pero lo estoy usando ahora mismo. - Sonrió Carmen.

-Ahh... Espero que tengan alguno las chicas. - Sabía que si Carmen no tenía, no iba a conseguir mucho del resto. Aún no tenía la suficiente confianza para pedirles algo, aunque fuese un insignificante coletero.

-Oye, ¿qué pasó anoche con mi hermano Toni? - y agregó:- Llegó a casa raro, cómo si estuviese enfadado o algo... - Y miró por el rabillo del ojo a Layla, estudiando su reacción. Carmen no era tonta y sospechaba que en el estado de ánimo de su hermano ella tenía algo que ver.


-¿Nosotros... quedamos ayer en el parque? - Logró decir. No. No. NO. No podía ser cierto, ¿"el hawaiano" aquí? Tenía que haber sido un sueño, era lo único que parecía lógico, pero Layla no era capaz de distinguir lo real y lo ficticio de anoche. No recordaba haber soñado nada, y eso lo dificultaba aún más. Se sentía confusa.

-No... Quedamos en el bar, ¿por...? - Una pausa, Carmen retrocedió algunos pasas hacia Layla. - ¿Qué pasa? ¿Porqué te detienes?

En su interior, Layla se relajó. Tenía un poco más claro lo que pasó anoche, y lo que era real y no.

Suspiró.

En cierto modo, estaba decepcionada, le hubiese encantado que "el hawaiano" de verdad estuviera aquí, pero era un poco irreal ese pensamiento, ya que tendría que haber hecho más de dos horas de camino para encontrarse con ella aquí, y no tendría donde quedarse a dormir, así que el viaje hubiera sido en vano, ya que, por mucho que le pudiese gustar Layla -en un hipotético caso-, ¿haría unas cinco horas en coche para pasar con ella unos minutos?

La respuesta era obvia: no.

Por otra parte, se alegraba. No quería pensar cómo iba a reaccionar ahora cuando se encontrase con Adrián si lo del sueño hubiera sido la realidad. Pero... lo de la salida a la discoteca era real. Estuvieron a punto de besarse, y él tiene su rollo con la chica rubia. Su primo los vio, y no le regañó, porque hubiera quedado raro, ¿no? Pero sí le dio un consejo a Layla: que se alejara de él si no querría problemas, y no se lo decía por él, sino por la chica rubia.

-¿Layla? - Habían pasado uno segundos, aunque para Layla desde el momento que supo que había soñado, hasta ahora, le parecía que habían pasado horas.

-Sí, sí... - y echó a correr hacia Carmen. - Lo siento... me he quedado un poco pillada porque no logró recordar mucho de ayer... Me tomé unos cuantos chupitos con Toni. - Agregó.

 -¿Anoche? - inquirió, extrañada.

-Sí... Anoche - Enfatizó Carmen.

Layla intentó recordar detalles de la noche anterior, aunque la verdad era que tenía los recuerdos algo borrosos. Recordaba una chica rubia, y a Adrián. Unos cuantos chupitos. Una quedada en el parque. Adrián y ella. Ella echando a correr. Chocarse con alguien... ¿El hawaiano?

Se paró en seco.

¿Qué? ¿El hawaiano?

Su mente intentó recordar todos los momentos de anoche lo más rápido posible. No podía ser cierto, no podía ser "el hawaiano", ¡no podía ser!

-Layla, ¿te pasa algo? ¿Porqué te detienes? - Le dijo su prima tras unos instantes después de su parada. Le sacaba cerca de 5 ó 6 metros de ventaja. Pero Layla seguía quieta como una estatua, sin reaccionar ni hablar. 

Cuando llegaron a la verbena, ya estaban todos: Paula y Vero, Adrián y las dos chicas y el chico que Carmen presentó a Layla la primera noche, pero al igual que esa vez, no mostraron mucho interés en Layla, y no la saludaron.

Adrián estaba absorto en una conversación con aquel chico, parecían muy buenos amigos. Las dos chicas, a las que inconscientemente Layla había bautizado como las pijas, estaban pendientes de sus Black Berry, y Paula y Vero charlaban tranquilamente.

Habían juntado dos mesas, de tal modo que Paula, Vero y las pijas estaban sentadas en un lado, y Adrián y el chico en el otro, enfrente de las pijas, quedando libre los dos asientos enfrente de Paula y Vero. Layla intentó coger el primer asiento libre, para no coincidir sentada al lado de Adrián, pero cuando quiso reaccionar ya se había sentado Carmen. Con fastidio, hizo una mueca sin darse cuenta y resignada se sentó al lado de Adrián.

A Layla solo le había dado tiempo sentarse y saludarlos, ya que la camarera había llegado:

-¿Qué queréis tomar? - Preguntó amablemente.

-Una coca cola. -Dijo Carmen.

-Que sean tres. - Añadió una de las pijas.

-Cuatro. -Dijo el chico. Tendría que preguntarle el nombre, ¿cierto? Era muy mala con los nombres y no se acordaba del suyo.

-Yo quiero un nestea. - Agregó Layla.

Hubo una breve pausa donde nadie dijo nada más.

-Bien. - Concluyó la camarera cuando terminó de apuntarlo:- ¿Algo más?

-Otro nestea. - Dijo Paula.

-Y una fanta de naranja. -Dijo Vero.

-Mejor dos. - Añadió Adrián, y sonrió a Layla.

-Marchandooo. - Dijo, en tono cantarín la camarera.

En breve, todos estaban charlando, a excepción de las pijas que estaban con la bb: Carmen hablaba con Paula y Vero, y Adrián con el chico.

Layla estaba empezando a odiar un poco las sillas de plástico, porque estaba empezando a sudar, se quedaría pegada a ella y se le marcarían toda la silla en los muslos. ¿Por qué hacía tanta calor?

-¿En qué piensas que estás tan callada? - Era la voz de un chico, Layla no necesitaba mirar para su derecha para saber que se trataba de Adrián, aun así, antes de contestar, miró hacía él. Estaba sonriendo, con esa sonrisa que le hacía tan mono...

Suspiró.

Por suerte, podía pasar el suspiro como consecuencia de haberla molestado de sus pensamientos, y no porque se moría de ganas de darle el beso que anoche interrumpió Toni.

-Nada... Tengo sueño. - Y sonrió, pero por educación, ya que también tenía la mirada del otro chico puesta en ella.

Miró hacia Carmen y las demás, dando por zanjada la conversación, pero giró nuevamente la cabeza hacia ellos.

-Por cierto, ¿cómo te llamas? - Preguntó al chico. Castaño, ojos marrones, pómulos marcados, y barba de dos días. Le daba un toque mayor. Seguramente sería de la edad de Layla, pero aparentaba diecinueve, más o menos. - Es que soy malísima para recordar nombres. - Añadió, esperaba que no la odiara o pensara que qué estúpida, y sacó las mejores de sus sonrisas.

El chico sonrió también, y contestó:

-Me llamo Javi, y tranquila, a mi me pasa igual.

-Ah, guay. - Respiró relajada. A veces se sentía estúpida al olvidar los nombres de la gente que conocía, ya que entre sus conocidos, ella era a la única que le pasaba. Al menos, ya conocía a otra persona más que le pasaba lo mismo.

-Entonces... ¿Tu nombre es... ? - Dijo como quién no quiere la cosa.

-L...

-Layla. - La interrumpió Adrián. Layla lo dejó pasar, pero era obvio que lo hacía para llamar su atención. Parecía que no le hacía mucha gracia que hablara con Javi y se olvidará de él. O eso pensó Layla. El sueño, y lo pasado la anterior noche, le hizo cambiar un poco la imagen de Adrián. Si antes había algo que no le inspiraba confianza, ahora menos.

-Sí, eso. - Dijo, restándole importancia a su intervención.

-Bueno, tú no eres de por aquí, ¿verdad? - Preguntó Javi.

-No.

-Ya decía yo que no me sonabas...

En ese momento llegó la camarera con las bebidas, y dos tapas de chorizo, morcilla y queso. antes de irse, agregó:

-Cuando sepáis que vais a pedir de comida, me avisáis, ¿vale?

-Claro. - Respondió Carmen.

-Soy de un pueblo cercano, pero como tengo familia vengo en las fiestas y eso. - Retomó la conversación Layla.

-Guay. - Finalizó ese tema con una sonrisa.

Al final decidieron pedir dos perritos calientes, ya que era la especialidad de la verbena, y era de 1 metro de largo cada uno, por lo que decidieron dividirlos en cuatro trozos y así todos tendrían; y era barato, cuatro euros el perrito, por lo que tocaban a un euro cada uno más la bebida. Vamos, un chollo.

Durante la comida, Adrián miró a Layla repetidas veces, y Layla lo había notado, unas fue descaradas, directamente, y más de una vez Layla quiso decirle que qué coño hacía, que tenía ligue y que la dejará en paz, pero par mantener la calma y no montar el numerito, se cayó; y otros, lo hacía por el rabillo del ojo, espiándola cuando hablaba con Carmen o el resto -sin contar a las pijas, claro-.

-Bueno, -dijo Carmen, se notaba que ella era quién llevaba el mando del grupo-, la disco hasta las tres y media no abre, ¿qué hacemos? Son las tres.

Todos se encontraban en la entrada que había al parque. Hacia mucha, mucha calor. Layla quería un coletero.

-¿Y si nos vamos al parque? - Era la primera vez que Layla escuchaba la voz de unas de las pijas. Apartó por unos momentos la vista de la bb y los miraba a ellos, esperando una respuesta.

-Hay unos bancos, vamos a ver si da la sombra en ellos. - Propuso Javi.

Sin más intercambio de palabras, todos se dirigieron al parque. Solo en dos bancos daba la sombra. A uno de ellos fueron las pijas con la bb y Javi se les unió. Sacó su iPhone y los tres se olvidaron de su vida social.

Las chicas se sentaron en el otro banco, quedando Adrián y Layla de pie. Adrián se sentó en el bordillo, y miró a Layla como diciendo que se sentara a su lado. Pero no lo hizo. Se sentó al bordillo contrario al de él. Quería distancia.

-Oye, Adrián, ¿dónde te has dejado a Isabel? - Preguntó Paula.

-Anoche... hubo bronca. - Y miró por detrás del banco a Layla, para que captara bien lo que acababa de decir. Una señal de que era por ella.

Layla evitó mirarlo, aunque sentía sus ojos sobre los de ella.

-¿Qué pasó? - volvió a preguntar Paula.

-Nah... Si fue solo un rollo, ya se acabó la cosa, pero parece que ella se lo tomó más en serio de lo que realmente iba la cosa.

Layla se estaba empezando a incomodar, más bien, llevaba ya así un rato. A Adrián solo le faltaba poner un letrero que rezará "Mi próximo objetivo es Layla". Quería largarse de allí. Menos mal que su objetivo cuando llegó era que no iba a pensar en tíos y que iba a pasar de ellos. Misión imposible.

- Pues la llevas clara. - Se escuchó a lo lejos. Era una de las pijas, Layla creía que era la que propuso que se fueran al parque.

-¿Por qué? - Se levantó Adrián del bordillo de la acera y caminó hacia ella.

-No te va a dejar ir tan fácil. Cuando a ella le gusta alguien, si no es para ella, tampoco será para otra.

Toma, pensó Layla, otra indirecta más. Venga, ¿quién se ánima gritar su nombre? Pensó, aunque seria más apropiado decir que gritó, en su interior.

-¿Y qué va a hacerme? - Tenía un tono burlón en la voz, como si una cría pudiese con él.

Por primera vez, la chica levantó la vista de la bb y lo miró fijamente. Layla se estaba perdiendo la escena, quería saber qué caras y qué reacciones estaban teniendo los dos participantes de la conversación. Quería levantarse, pero no quería tener más evidencias de qué ella era la culpable de aquella "ruptura". Las palabras de Toni pasaron por su mente.

Pff... ¡¡Qué lío!!

-A ti, puede que no mucho... - Venga, venga, ¿por qué no decís mi nombre? ¿Tengo que decirlo yo?

-Mira, ya dejamos las cosas claras anoche. Si ella no ha sabido encajarlo es su problema, no el mio. Ambos sabíamos que esto era un simple rollo. Fin. - Se giró.- No te olvides de comentárselo por What's App. - Y volvió hacia el banco.

Vaya, y parecía tonto el chaval, pensó.

-Sabía que era un rollo, pero pensaba que se terminaría cuando tú te largaras, no por otra.

Vale, se acabó. Layla estaba cansada de esto, no lo aguantaba más. Tantas indirectas y tantas tonturas. Estuvieron a milímetros de que se besaran, pero no se besaron. No hubo beso. ¡No hubo nada!

Layla se levantó, prefería esperar en casa de su abuela a que abrieran la discoteca, y no en el parque. Por que al final se iba a liar, iba a saltar, y no quería eso, porque eso era lo que iban buscando.

Justo en ese momento, sintió como si algo cayera hacia su ropa interior. La regla. Layla no se había acordado, pero esa semana tenía que venirle. Ahora si que tenía que ir a casa de su abuela, y ya no era excusa.

-¿Dónde vas? - preguntó Carmen cuando la vio levantada.

-Tengo que ir a la casa de la abu... Una emergencia. ¿Me acompañas? - Lo de emergencia lo entendieron todas las chicas.

-¿No bajamos a la disco? Es ya la hora. - dijo la pija estúpida que había mantenido la conversación con Adrián. ¿Por qué no te mueres?, pensó Layla, harías un gran favor a la humanidad.

¿Y por qué estas chicas estaban con ellos y no con la tal Isabel? Era algo que Layla tendría que preguntarle a Carmen.

-Bueno, pues vamos bajando y luego nosotras tiramos pa' casa de la abuela.

En todo el camino, Layla evitó a Adrián, no quería broncas y no quería que al verlos hablar la pija informara a Isabel y se liara una peor de lo que ya había.

Cuando llegaron a la disco, a Carmen la agarró un chico del pueblo, y antes de que Layla pudiese decir algo, ya estaban dentro. Buscó con la mirada a Paula y Vero, pero no las veía por ninguna parte, seguro habían entrado ya. La única persona que quedaba fuera que ella conociera era Adrián, y prefería ir sola antes que con él. En verdad, era una excusa que Carmen la acompañara, era para ir hablando con alguien, pero iría sola.

Giró, dejando la discoteca atrás y cruzó para subir la calle y llegar a la casa de su abuela, cuando escuchó música.

Se paró en seco y se volvió. Allí estaba Adrián colgando el móvil.

- ¿Qué quieres? - Intentó ser lo más borde posible.

-Como querías compañía... Pensé que yo...

-Que tú nada. - Le cortó. - Haz el favor de volver a la disco, no quiero problemas con Isabel. ¡Por Dios! - Se echó las manos a la cabeza. - ¡Todo el mundo ya sabe que la has dejado por mi! Y lo más fuerte es que NO HA PASADO NADA ¡NADA! ¡Ni un puto beso, ni un abrazo! - Estaba gritando, y no era consciente de ello, pero estaba fuera de control, todo lo que se había aguantado en el parque estaba saliendo de ella ahora. - Así que... haz el favor de irte. no quiero broncas ni malos rollos por algo que yo no he hecho. - ya se había relajado un poco.

Adrián se le acercó, hasta estar frente el uno del otro.

-Hagamos entonces que tengan motivos.

Y la besó. Pero era un beso de verdad, ahora no había nadie interrumpiéndolos. A Layla no le dio tiempo de reaccionar cuando ya estaba sus labios juntos. Intento separarse de él, pero hasta que no introdujo su lengua dentro de su boca, no la dejo.

Layla logró separarse de él, y sin pensarlo, puso su mano sobre su mejilla. Y echó a correr.      

viernes, 7 de diciembre de 2012

Capítulo 19


Layla no sabía cómo reaccionar. Sabe que solo pasaron unos segundos desde que sus ojos se posaron en aquella chica mientras abrazaba a Adrián, pero para ella habían pasado horas. Sentía como si le hubieran tirado una jarra de agua fría por encima, y estuviera empapada mientras poco a poco se congelaba. Estaba paralizada.

-Bueno…– Rompió el hielo Adrián. – Ahora vamos p’allá.

-Vale… – Logró contestar secamente.

Contempló como Adrián y aquella chica salían de la discoteca, y ella se quedó allí, observando quieta como una estatua.

-¿Qué haces aquí? – Le habló Carmen. Era incapaz de reaccionar. Pero lo que más le preocupaba a Layla era su reacción, ¿por qué reaccionaba así? ¿Tan importante era en su vida Adrián? ¿Y “El hawaiano”? – ¿Layla? ¿Estás bien?

-Sí, sí. Perdona. – Contestó rápidamente. – Vámonos. – No quería calentarse la cabeza, eran fiestas, solo tocaba divertirse.

No sabía ni la hora que era, la discoteca comenzó a vaciarse hace un rato. Layla estaba con su primo, todos los demás se habían ido. Debían de ser cerca de las cinco de la mañana.
Su primo la había invitado a varios chupitos. Ella aguantaba muy bien el alcohol, pero cuando llegaban los chupitos… A fin de cuentas, era lo que ella quería: no pensar en nada.

La música retumbaba en su cabeza, solo se reía de las tonturas de su primo. Estaban apoyados en la barra de la discoteca, contándose cosas de los últimos meses.

-Primita… creo que va siendo hora de irnos. ¡Es solo el primer día, y mira qué hora!

-Tienes razón… – Estaba lo suficientemente cansada para llegar y acostarse en su cama, y no pensar.

Se dirigían hacia la puerta. Su primo se paró a saludar a un chico del pueblo. Layla se puso a mirar a su alrededor, se prometió que nada de chicos, ¿qué le pasaba?

Se dirigió hacia la puerta mientras le hacía una señal a su primo, así tardaría menos.
Abriendo la puerta se chocó con una chica.

-Perdón… —Se disculpó.

-No pasa nada. – Contestó ella.

Cuando se miraron, la mirada de disculpas de ambas, cambiaron a ser miradas de odio. Esa chica era la que estaba con Adrián.

Era rubia, con el pelo liso y flequillo recto. No podía distinguir el color de sus ojos, pero a simple vista era guapa. Quizás un poco pequeña, 15 años aproximadamente, pero con tanto maquillaje aparentaba dos o tres más. Llevaba tacones y unos shorts de talle alto.

Nunca antes la había visto por el pueblo.

Le echó una última mirada y salió de la discoteca. Cuál fue su sorpresa que Adrián estaba esperando ahí fuera a su chica.

Se miraron.

Genial, pensó, tanto alcohol y al final para nada… Noche de rayamiento, otra vez…

-Hola. – Le saludó Adrián.

-Hola. – Respondió secamente. ¿Qué quería ahora?

Resopló. ¡Por Dios, que salga ya Toni!

Se apoyó en la pared, mirando a la nada, esperando a Toni.

-Es solo un royo. – Soltó de golpe Adrián.

Layla fue a buscarlo con la mirada, cuando se lo encontró en frente suya. Demasiado cerca.
-¿Y? – Contestó lo más borde y pasota que pudo.

-No me importa, ¿sabes?—Demasiado cerca, demasiado cerca…

-Y te lo vuelvo a repetir: ¿y? – Pff… como siguiera así, no se responsabilizaría de sus actos, y no le importaba mucho la cría que había dentro.

-Se te nota a leguas. Vamos, ¿me lo vas a negar? – Su tono era tan vacilón, tan seguro de sí mismo… Le recordaba a Pablo, el chico rico de la playa que iba detrás de ella; pero Adrián era distinto. Había algo en Pablo que le decía que se alejara de él, que no era bueno, pero con Adrián… Simplemente por cómo le estaba hablando se notaba un montón que era como Pablo, pero tenía algo…

Su rostro se estaba acercando demasiado al de Layla, ¿qué debía hacer: la cobra, largarse sin más, dejarlo, lanzarse sobre él? Eran demasiadas cosas en su mente, y el alcohol le decía que se dejará, pero no solo el alcohol, sino que ella quiere. Sí, lo quiere besar. Desde que lo conoció, desde que lo vio por primera vez en las escaleras. Desde ese momento, la ha vuelto loca.

Sentía ya su aliento, estaban a punto de besarse, por fin…

-Ejem… ¿Layla? – La llamaron interrumpiendo el beso que no logró realizarse.

-Hola, Toni... – Logró titubear. ¡Qué vergüenza!

En ese momento, la chica rubia salió de la discoteca. Buscó a Adrián con la mirada, estaba a varios pasos de ella. ¿Cuándo se había alejado?

La chica rubia miró a Layla con odio, y se lanzó a los brazos de Adrián hasta llegar a sus labios y zamparle un beso, algo brusco, para marcar territorio.

Layla apartó la mirada. Le recordaba a lo vivido instantes antes. Fue al lado de Toni y llegaron a casa de la abuela en silencio.

-Hasta mañana, Layla. – Se despidió fríamente Toni.

-Adiós… – dijo, nuevamente, avergonzada.

Layla se giró para meter la llave en la cerradura, cuando Toni dijo:

-Ten cuidado con lo que haces, puedes buscarte problemas; y no lo digo por mí. – Seguidamente, Toni se fue.

Layla no se atrevió a girarse y mirarlo. Tenía razón, le estaba agradecida por que hubiese aparecido.

Fuera royo o novia, Adrián estaba pillado, no era libre. Y si no llega a ser por Toni, la chica rubia los hubiera visto, y se habría liado una buena.

Después de quitarse la ropa y el maquillaje, se metió en la cama. Estaba calentita, eso le vendría bien, porque tenía mucho sueño.

Era lo noche siguiente, estaba esperando en el parque a que apareciera la gente. El banco estaba frío.

Podían llegar ya, que me voy a congelar.

Llevaba su falda negra de vuelo, que era más larga por detrás, con una blusa blanca de media manga. Se estaba congelando.

Por la fuente venía un chico, ¿sería del grupo?

Después de unos pasos más, lo supo: era Adrián.

-Hola. – La saludó, traía consigo una sonrisa picara.

-Hola, ¿y el resto? – Después de lo de ayer, quería poner un poco de distancia. Asociaría su comportamiento al alcohol.

-Les falta un rato más. – La sonrisa creció.

-¿Cómo? – Se estaba empezando a asustar. Se levantó del banco, e inconscientemente, dio un paso hacia atrás.

-No huyas. No pasa nada. Solo he querido quedar contigo un poco antes…

-Mira, Adrián, lo de ayer fue un error, ¿vale? Iba un poco contenta, eso es todo. Ahora vete con la rubia y déjame, ¿vale? No quiero problemas. – Dos, tres, hasta cuatro pasos dio hacia atrás.

-No sabes mentir. Muy mal… Layla… Muy mal…

Echó a correr, se dirigía a la plaza del pueblo, a menos de cincuenta metros, allí había un bar, estaría a salvo.

Corría como si el viento la llevará, hasta que chocó con alguien. Vaya, nada más que chocándome con la gente.

Cuando miró quién era la persona con la que se había chocado, se quedó helada. “El hawaiano”

Pe… Pero… ¿Qué era esto?

La cabeza le daba vueltas, ¿Qué hacía él aquí?

Quería dormir, estaba cansada. Esto le superaba. No podía ser posible.

Olió su fragancia, era elegante y atractiva. Quería decirle tantas cosas, lo que sentía por él, que siempre le ha gustado a pesar de no estar nunca juntos, quería decirle tanto…

“El hawaiano” la abrazó, y ella se dejó abrazar, se fundió en ese abrazado con él. Cerró los ojos, solo quería estar con él, y dejar a Adrián en el pasado.

¡Adrián!

-¡Tenemos que irnos! Hay un chico que está loco, ¡Vámonos!

Tiró de él.

-¡Vamos! – Estaba desesperada.

-Tranquila… – Su voz era tan dulce, tan tierna. Lo hacía más irresistible aún. – Nos ha visto y se ha ido.

Se abrazaron nuevamente.

-Vale… Ahora, ¿qué haces aquí? ¿Cómo sabes quién soy? ¿C..

-Shh… – La calló, mientras ponía su dado índice sobre su boca para que la cerrara.
Le dio un beso en la mejilla. Sus labios eran tan tiernos…

-He hablado con Lucía. Yo también me fijé en ti. Te vi varias veces en la playa con ella tomando el sol. – Hablaba entre susurros.

Layla quería llorar de felicidad. Qué buena era Lucía…

Lo miró a los ojos, unos ojos claros…

Y sintió sus labios sobre los de ella…

sábado, 3 de noviembre de 2012

Capítulo 18



Estuvo todo el día leyendo Esta Noche Dime Que Me Quieres.
Hoy empezaban las fiestas, pero por la noche. La única programación que había durante el día era la carrera de caballos, y no le apetecía mucho ir, por lo ocurrido cuando era pequeña.

Un día, se fue con su padre a visitar a un amigo de él, y el hombre tenía caballos. A Layla, le hacía mucha ilusión darle paja con la mano, y cuando se acercó al caballo, éste, hambriento porque aún no había comido, se aceleró al ver comida y un poco más y le muerde la mano, si no llega a ser por los reflejos de su padre, que la apartó antes de que el caballo se acercará a la verja.

Pero, por otra parte, le sabía mal, seguro que Paula y Vero irían, porque a Paula le encantaban los caballos, y quizás Adrián también, pero no quería ver un caballo en su vida.

Y por otro lado, tenía que aclararse ella misma: Adrián, el hawaiano o ninguno.
Si estaba hecha un lío cuando llegó al pueblo, después de haber conocido a Adrián, mucho más.
Con Adrián, y era obvio, tenía más posibilidades que con el hawaiano, pero había un problema: se conocían desde hace menos de un día. Y ella no era de las que con solo unas horas ya se liaba con un niño. Necesitaba su tiempo. No era que le hiciera pasar por pruebas para ver si era su príncipe azul, pero al menos conocerlo un poco mejor. No quería dar la imagen de "chica fácil".

Resopló, esto iba a ser difícil. Dejó el libro en la mesita de noche y se tumbó en la cama. La lectura por hoy había finalizado. Le ponía nerviosa mirar el techo blanco, así que cerró los ojos.

Definitivamente, debía olvidarse de el hawaiano, nunca lo volvería a ver y tiene novia, pero ella siempre había sido tan romántica... Tenía que reconocer que se había inventado una historia en su mente sobre que un día , se encontrarían en la playa, y él la reconocería y le diría que también había estado tras su búsqueda. Pero la realidad la llamó: tenía novia. Y había pasado más de un mes desde que se vieron... Todo era negativo respecto a él.

Se giró hacia la izquierda, con una mano debajo de la almohada y la otra por encima. ¿Y Adrián? Quizás se estaba emparanoyando demasiado con él. Todo esto, y por qué él había sido el único en poner un poco de atención a ella cuando llego, simplemente podía ser amable. Lo estaba sacando todo de contexto, seguro.

¿Por qué le daba tantas vueltas a las cosas? Así le iba. Se giró hacia el otro lado. No podía seguir así. Iba a disfrutar de las fiestas. Nada de tíos. A bailar y disfrutar de las fiestas, se repitió.

Lo que no sabía ella, era que ese propósito no se iba a cumplir.

Después de cenar ensalada y ducharse, se plantó delante del armario: ¿qué ponerse? Era el primer día, así que algo informal pero elegante, o algo formal pero poco elegante. Hoy pasaba de tacones, ya se los pondría el viernes y el sábado y sufrirían sus pies.

Cogió unos pantalones cortos altos, de color verde, con una camisa blanca. Con su collar plateado que formaba una trenza y unos pendientes de plateados de bolitas. Su maquillaje de base, un poquito de colorete marrón oscuro. Un poquito de gloss plateado, sus ojos perfilados y rímel. Una coleta alta con el flequillo incluido, y lista. Unas gotitas de colonia, coger el bolso e irse al bar a encontrarse con el resto.

Cuando llegó, faltaba Adrián y otro chico más.

-Hola. – Saludó al resto.

Su prima estaba hablando con Paula, así que ella se dirigió hacia Vero.

-¿Qué tal los caballos? – Preguntó.

-Bien, Paula quedó la segunda en las cintas.

-¿Ah, sí? – Se giró hacía Paula. – ¡Enhorabuena!

-¡Gracias!

-¡Gente! Me ha mandado un What’sApp Adrián, y dice que él viene más tarde con Luis. – Avisó un chico.

-¡Vamos pa’ el botellón! – Gritó la prima de Carmen.

De camino al botellón –que era en el parque– Paula le estuvo contando a Layla cómo quedó segunda.

-¿Qué bebida hay? – Inquirió Layla.

-Pues tenemos sólo una botella de Ron. Es el primer día, hay que ir con calma. – Dijo Vero.

-Ahh… En mi pueblo, solo se hace botellón el jueves, el viernes y sábado.

-Pero aquí, el miércoles y jueves la discoteca es una guardería con mocos de 12 y 13 años, hay que hacer tiempo. – Contestó.

-Ok.

A eso de las una y media bajaron para la discoteca. No había mucha gente, y como dijo Vero, la discoteca parecía un pub light.

Lo único que podía hacer, era bailar mientras cogía el puntillo, porque la escena era penosa: chicos con 13 años bailando en la tarima quitándose la camiseta o abriéndose la camisa, mientras niñas de 11 años, con unos tacones de 10cm mínimo los miraban embobadas. Enserio, ¿cómo sus padres permitían esto?

Las chicas se fueron a la esquina de siempre: al fondo a la izquierda. Con su beefeater con limón se dirigió hacia ellas.

Comenzó a sonar Agáchate de Danny Romero. Era su canción preferida. Tenía algo…
Cogió a Vero y se puso a bailar con ella. Esa chica parecía maja y le gustaría llevarse bien con ella, aunque metiera la pata con lo del rock.

Y ven y agáchate, agáchate, agáchate.

Y ven y agáchate, agáchate, agáchate.

Y ven y agáchate, agáchate, agáchate.

Y ven y agáchate, agáchate, agáchate.

Se volvía loca, bajaba hasta abajo con la compañía de Vero, y después se les unió Carmen.

-¡Me encanta esta canción! – Dijo por encima de la música.

Cuando terminó la canción, pusieron Starships de Nicki Minaj.

El ambiente sería de guardería, pero las canciones eran rompedoras. Todos estaban pegando saltos con esta canción, y sí, tenía que reconocer que el alcohol tenía también parte de culpa, pero… ¿acaso importaba?

A continuación se escuchó Yo te esperaré en remix por el DJ de Cali & El Dandee.
Layla tenía muchas ganas de ir al servicio. Era lo que tenía le alcohol.

-Voy al servicio. – Le dijo a Paula.

Le encantaba está canción, la tuvo de estado mucho tiempo cuando comenzó a hacerse famosa, hace casi un año ya. No pudo evitar que por su mente pasará el hawaiano, qué tendría este chico… La había hechizado.

Comenzó a reírse sola, después de tres cubatas el alcohol corría por sus venas, no estaba borracha, pero estaba comenzando a pillar el puntillo. Hechizada, pensó, ahora seré una princesa hechizada.

Cuando salió del servicio, aún seguía riéndose de su ocurrencia, cuando se tropezó con alguien.

-¡Uy! Perdó… – Comenzó a decir, hasta que vio quién era. – ¡Hola, Adrián! ¿Ya has llegado? Vente, estamos en la esquina.

-Hola… – parecía nervioso. – Sí, sí... Ahora voy. – Miraba a todos lados.

-¿Pasa algo?

-N…  – hasta que una chica lo abrazó por detrás, rodeando sus brazos por su cintura, mientras le susurraba al oído: – Ya estoy.

…O. La palabra sin terminar quedó en el aire.

viernes, 5 de octubre de 2012

Capítulo 17

(Hola a tod@s. Perdón por la ausencia de capítulos, pero 2º de Bachiller es muy estresante :S Pero os dejo una pequeña recompensa por la espera y haber sido taaaaan pacientes: un capítulo 17 muy extenso.)


Estaba esperando a Cris, ¿dónde se metía? Llevaba más de cinco minutos esperándola.

Esta chica…

En esto de esperar le recordaba un montón a Layla, ambas eran muy tardonas.
También era cierto, que para lo que iba a hacer en unos minutos, no necesitaba de su compañía, pero le daba mucha seguridad estar con ella. En la anterior noche, y con ayuda de los privados de Layla, había tomado una decisión, que iba a llevar a cabo en breves.

-¡Guapaaaaaaa! ¡Qué no me entere de que ese culo pasa hambreee! – Gritó un chico que pasaba con la bici por donde estaba Lucía. Ella le saludó con su dedo corazón.

Se estaba desesperando por la tardanza de Cris, y con gente como el chaval ese, no iba a aguantar mucho más.

Le dio un toque.

Le gustaría hablar con Layla también. Saber su opinión sobre lo que va a hacer ahora. Ella y Cris son su apoyo, era cierto que también estaban las gemelas, pero esas iban más a su rollo. Mala suerte que su abuela no tuviera fijo, y se gastaría un dineral si la llamaba por móvil, ya se lo contaría cuando volviera.

Solo esperaba que fuera la decisión correcta.

Cansada, se sentó en el bordillo que hay siempre para delimitar las playas, echó un vistazo al móvil a la espera de tener noticias de Cris, pero nada.

Tuvo que poner los pies apoyados en el bordillo y agarrarse de las rodillas, ya que sus shorts vaqueros tenían el inconveniente de que todo el relieve del bordillo quedara impreso en sus piernas, y no era plan tener las piernas marcadas.

-Hola. – La saludó Cris, y antes de que pudiera añadir algo Lucía, continuó-: Perdón el retraso, mi padre me ha llamado para ver si quería pasar le finde allí con él, pero no le he contestado aún: no sé si ir.

-¿Y eso?

-Pues… es que…

-¡Suéltalo! – Le ordenó Lucía, que empezaba a desesperarse.

Cris se sentó a su lado. Llevaba un vestido blanco con flores estampadas azules, lo suficientemente largo para que no quedaran marcas en sus muslos.

-No sé como estoy con Rubén.

-¿Con Rubén? Pero si se os veía muy felices a los dos. No lo entiendo.

-Llevamos unos días en los que él está muy raro… No sé, lo mismo no tiene unos días buenos, pero que no lo pague conmigo, ¿no?

-Pues sí…

-Pues eso, tía… Que no sé si ir, porque para estar así… Y para ir, y que él se entere y no vernos… Me quedo aquí.

-Tranquila, son rachas, ya verás cómo se le pasa, y si no... habla con él.

-Eso haré. – Y de un salto se puso de pie. – Vamos a lo que vamos, ¿o qué?

-Vamos.

Camino de la playa, Cris pensó en Lucía. Era raro en ella hacer estas cosas, hacía mucho tiempo que no se pillaba por un tío, desde la pelea con Sara. Ella lo negaba, pero la volvía loca. Esperaba que todo saliera bien esta tarde, otro golpe así de este tipo para ella y no volvería a poner los ojos en otro tío.

Llegaron diez minutos antes de lo pactado. No podían verlas juntas y tenían que repasarlo.

Lucía se subió al tobogán del parque que había en la playa y se escondió en la caseta que había en lo alto. Desde allí podía ver y escuchar, y no ser vista. Era el sitio perfecto.

Cris estaba justo debajo, apoyada en el tobogán, esperando. Era una locura, pero tenía que demostrarle que el amor existía.

A lo lejos, se veía alguien. Lucía lo podía ver perfectamente. Llegaba pronto.

Vaya, pensó, era raro. La primera vez que quedaron él se retrasó. Iba muy guapo, unos vaqueros cortos y una camiseta de tirantes tan típica de los tíos, de un azul normal, ni claro ni oscuro. Destacaba mucho su cuerpo, era un color que le favorecía.

Se paró en frente de Cris, y la miró secamente. En sus ojos se mostraban las dos noches anteriores sin pegar ojo,y su preocupación.

-Hola. - Saludó Cris. Estaba nerviosa. Se tocaba el pelo, quería mirar hacía arriba, saber que todo iba a salir bien y tener el apoyo de Lucía en esta situación tan rara, pero no podía: lo descubriría todo.

-Hola. - Su voz sonaba decaída, a Cris le daba mucha lástima, iba a pasar uno minutos muy crueles, pero todo valdría al pena. O eso esperaba ella.

Lucía estaba atenta.Había sido un saludo muy seco y frío. Pero en unos minutos todo estaría bien, sonrió para sí misma confiada. Estaba ya un poco cansada de estar escondida entre las cuatro "paredes" de madera de ese tobogán que tan bien la escondía.

Dio un suspiro antes de hablar:

-No sabemos nada de ella, aquella noche se encerró en su cuarto, y a la mañana siguiente cuando su madre se fue a trabajar, desapareció. - Sabía que tenía que parecer real y desesperada. Evitó en todo momento mirarlo a la cara mientras hablaba con él, tenía miedo de que algún pequeño gesto, el más mínimo que fuera, la delatará. Que supiera que todo era mentira. Se miró los pies, que dibujaban pequeñas lineas en la arena.

La cara de Francis era un poema: estaba totalmente desencajada. En ese momento, Cris pensó en echarse para atrás, y para aquello. Lucía estaba siendo muy cruel con él, hacerlo pasar por esto. ¿No sabía que él se echaría la culpa automáticamente? Pero así era Lucía...

Podía imaginar la cara de Francis en estos momentos. Quería salir de la caseta del tobogán, y decirle que estaba ahí. Pero no podía, necesitaba hacer esto, saber si de verdad le importaba a él, no quería que pasará algo como hace un tiempo, cuando sucedió la pelea con Sara.

-¿La habéis llamado al móvil? - La voz de Francis era apenas un susurro. Tenía las manos en los bolsillos, con los hombros decaídos. Se notaba que estaba desesperado por Lucía, y en el fondo, sabía que él tenía parte de culpa de su desaparición. Él la conoce mucho, aunque solo hayan sido cosa de unos días de quedar, pero esos días han sido precedidos de muchas conversaciones por tuenti. Conversaciones donde ella se le ha abierto a él como el día que se cruzaron en la playa por la noche, aquel día que él huyó de casa porque... Eso no importaba ahora, lo que importaba era que él sabía que era tenía un pronto que no podía controlar y estallaba, soltaba todo lo que pensaba, y eso le encantaba de ella, por eso, tenía que haber tenido cuidado el último día que se vieron, pero se dejó llevar... Y ahora, estaba desaparecida.

-Sí, pero no lo coge... Pensaba... pensaba que tú podías hablar con ella. - El momento se acercaba...

-¿Hablar con ella? No tengo su número de teléfono. Solo su tuenti. - Francis no estaba bien, pensaba que podría hacer algo, o que le iba a decir Cris que Lucía no quería saber nada de él, no su desaparición. ¿Cómo iba a hablar con ella?

-Pues... hablando con ella. -Venga, pensó Cris, sal ya, Lucía.

-No te entiendo, Cris. ¿Es una broma? - Quería estar solo, y Cris bromeaba con él. Esto no era justo. Bastante mal lo estaba pasando ya. Quería irse. Miró su reloj impaciente, solo un minuto más. Cambió el peso de su cuerpo de un pie a otro.

Lucía se acomodó en el tobogán, preparada para bajar por él tan ardiente como estaba, se iba a quemar entera, pero en el fondo se lo merecía por estos minutos que le estaba haciendo pasar al pobre Francis. Pero las piernas las tenía pegadas al pecho, para que no se vieran descansando en el tobogán amarillo. Por suerte, Francis estaba de espalda a ella, y no vería nada.

-Claro que no. - Cris se impacientaba cada vez más, ¿por qué no salía Lucía?

Pasaron varias cosas a la vez. No sabría decir en qué orden ocurrieron casa cosa. Francis se giró para irse, no estaba de humor para esta situación, quería aislarse del mundo. Cris, desesperada por la ausencia de Lucía, que no salía del tobogán, decidió subirse a él a por ella. Lucía, bajó del tobogán, en el mismo instante en que Francis pasaba delante del tobogán, perdiendo por completo la visión de poder verla.

Lucía, ante la desesperación de poder perderlo por completo, salió detrás de él para poder alcanzarlo, y lo abrazó por detrás. Cris ya no pintaba nada, así que se fue.

Cuando Francis sintió ese abrazo inesperado, Le pasaron varias cosas por la mente: su madre, alguien que lo había confundido con otra persona o ¿Lucía?

Llegó el momento de tragarse su orgullo.

-Francis, por favor, perdóname. - En ese momento, él se dio la vuelta, estaban cara a cara, y sus corazones dieron un vuelco. - Sé que mi comportamiento y la forma de irme de tu casa no fue la correcta. - Lucía lo miró a los ojos. Esos ojos medio azules, medio verdes y que conforme se acercaban a la pupila se iban oscureciendo. - Lo de ahora ha sido una encerrona. - Confesó. - Francis, me importas mucho, no sé si es muy pronto o repentino, tampoco sé exactamente que son estos sentimientos, pero... quiero estar contigo.

Y acto seguido lo besó. Un beso dulce, lleno de sentimientos por ambos. Un beso muy deseado, un beso inesperado y que pilló por sorpresa a Francis.
El primer beso de uno, y el primer beso con sentimientos de otra.

Sólo sus latidos y respiraciones acompañaron a esos segundos tan especiales, junto con el suave vaivén de las olas al romperse en la orilla.

Francis sentía por fin aquellos labios tan dulces que tanto ha deseado,y por un momento, toda la angustia que tenía, había desaparecido por completo.

Se separó de ella y la miró a los ojos.

-Yo también, Lucía. - Y no pudo evitar una sonreír.


sábado, 15 de septiembre de 2012

Capítulo 16

Hoy cambiaría su vida. A peor o mejor aun lo sabía.
Layla se contempló en el espejo antes de salir. Se había pasado toda la tarde leyendo, hasta que después de cenar pizza decidió ducharse y cambiarse para encontrarse con su prima Carmen. Llevaba puesto sus shorts negros con una camiseta nadadora blanca con unos huesos que formaban la palabra “love”.
Después de los días que había pasado, deseaba sentirse guapa. Pasó de utilizar solo el rímel y la raya de ojos, para difuminarse en el parpado superior el lápiz de ojos, creando un efecto de ahumado leve, marcó la raya del ojo un poco más de la cuenta y el rímel sin falta. Se echó un poco de brillo y utilizó la colonia de fiesta, en vez de utilizar la de todos los días.
Camino del destino, echó un vistazo al pueblo. Sin duda, era el mejor sitio que conocía para poder pasar y disfrutar de unas vacaciones relajadas. Era un pueblo pequeño – se tardaba menos de 10 minutos en ir de una punta a otra de él –, con un parque sin fines de botellón. Su gente era tranquila, la mayoría adultos, y poca gente joven. Excepto veranos. La familia venía de visita para ver a los abuelos y en verano, pasaba como un pueblo otro cualquiera. El pueblo se llenaba de gente nueva. A algunos ya los conocía de otros años, y otros eran para ella completos desconocidos.
Cuando llegó al sitio de encuentro, las escaleras a la entrada del pueblo, se encontró con su prima Carmen, acompañada por una prima de ella que ya conocía, varios chicos del pueblo, y gente nueva. Había un total de 14 personas.
-Hola. – Saludó.
-Hola, prima. – Saludó, también. – Ya conoces a mi prima Marta. Estas son Paula– Era una chica más pequeña que ella, morena, de pelo un poco más corto que ella–, esta es Vero –era una chica de Latinoamérica, morena, con pelo largo. Su piel fácilmente podía pasar por un moreno quemado, sin llamar la atención, pero esos rasgos la delataban fácilmente–. Este es Adrián. – El chico que respondía por ese nombre se giró al nombrarlo, estaba hablando con dos chicos del pueblo. Se dirigió hacia ella.
-Hola, ¿qué tal? – y le dio dos besos. Con el pelo negro y de punta. Piel clara, sin bronceado alguno. Tenía unos ojos oscuros… ¿negros, marrones? Con la poca luz de la noche no podía distinguirlo.
-Bien, Layla. – Dijo a modo de presentación. Era muy guapo, pensó. Delgado, su cuerpo no era muy musculoso. Volvió a su conversación con aquellos chicos del pueblo.
Carmen le presentó a dos niñas más y un chico más. Pero ninguno mostró interés en ella. Estaban absortos en sus temas de conversación.
Todos estaban pendientes de un nuevo lío en el pueblo y lo estaban comentando. A Layla eso no le interesaba mucho, así que se dirigió hacía ¿Vero y Paula? Últimamente no era muy buena en los nombres, bueno, últimamente y desde siempre. Le llevó más de una semana saber nombre de Cris, y el de las gemelas nunca lo supo.
-¡Eh! - Saludó.
Ambas se giraron para mirarla. La que respondía por el nombre de Paula, tenía en su mano su móvil, era un iPhone. Le sonrieron amablemente a modo de saludo.
-¿Qué hacéis? - Esperaba que resultara fácil entablar una conversación con ellas. Layla era sociable, pero necesitaba un poco de ayuda en los comienzos.
-Estábamos mirando la web de Blue Jeans, haber si había alguna novedad. - Contestó Paula.
-¿Os gusta Blue Jeans? Guau... ¡A mí también!
-Sí, yo estoy esperando a que me compren la tercera parte. - Dijo Vero.
-Yo ya me leí la saga.
-Me apasiona leer. - Concluyó por decir Layla. - ¿Qué os gusta a vosotras?
-A mí, la música rockera. ¡Es la mejor! - Se apresuró a contestar Vero. Layla puso una mueca de desagrado. - ¿Qué pasa? - Inquirió Vero, ya que aquel gesto no le pasó desapercibido.
-Odio la música rockera... No me va para nada eso de los gritos y eso... -Dijo Layla, intentando no fastidiarla mucho.
-Para gusto, los colores. - Fue lo único que dijo.
Hubo un momento de silencio incómodo. Uff... No empezaba bien aquella noche para Layla. Pero Paula se dio cuenta de la situación, e intentó ayudar un poco.
-A mí me gusta mucho los caballos, mira. - Y le mostró su móvil. En él, había varios dibujos de caballos, parecían muy reales y otros eran un poco mitológicos, con alas y cosas de ese estilo.
-¿Son tuyos? - Preguntó, una sorprendida Layla.
-Si ¿por...?
-Guau... ¡Son fantásticos!
-Bueeeeeno…
-Es verdad, incluso parecen de verdad algunos. – Dijo con una sonrisa en la cara.
-¿De qué habláis, chicas? – Layla notó como el dueño de esa voz ponía una mano sobre su hombro. Se giro para ver quién era, y una parte de ella deseaba que fuera el chico mono de pelo negro… ¿Adrián?
Sus ojos, sin duda, eran de un marrón muy oscuro, casi negro. Qué mono era, pensó.
Adrián la miró y le sonrió. Tenía una sonrisa muy bonita.
-Libros, dibujos… Aficiones. – Dijo Paula.
-Vaa… lo mejor es el rap. – Y mientras dijo esto, se agachó hasta estar a la altura de las chicas, las tres sentadas en las escaleras.
Qué amable y simpático era, ¿no? O eso era lo que pensaba Layla. O quizás era familiar de alguna de estas chicas, o estaba con algunas de ellas. De todos a los que acaba de conocer Layla, era el único que mostró un poco de simpatía hacia ella.
¿Significaría algo?
En toda la noche, no logró dejar de pensar en Adrián. ¿Qué tendría ese chico?
Tuvo que coger su MP4 y ponerse la música suave, para poder dormir, ya que la imagen del chico la perseguía.
Cuando se quedó dormida, no sabía qué hora era.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Capítulo 15

Contemplaba el paisaje sin prestar atención realmente. Era lo que siempre hacía. Cuando montaba en coche, desconectaba de todo, escuchaba música de su MP4 mientras miraba la carretera, los coches, y los árboles -la mayoría, olivos-. Pero hoy era distinto, su cabeza no dejaba de dar vueltas y más vueltas.

Esto iba a resultar difícil, pensó. Pero todavía quedaba mucho tiempo por delante, las fiestas comenzarían mañana, y todo sería más fácil, o eso quería creer ella.

Desde que se había levantado, no había dejado de pensar en Lucía y Francis, y en "el hawaiano".
En Lucía, por que seguía con el móvil apagado y sin contestar el fijo antes de salir hacía el pueblo de su abuela, y por que no contestó tampoco el privado. Había hablado con Cris, y le había contado lo sucedido, y era su última esperanza. Esperaba que ella pudiera hablar con Lucía.
En Francis, por que realmente está empezando a sentir cosas por Lucía, quizá, cosas demasiado fuertes, y aún no sabía cómo iba a reaccionar su amiga ante la escena de ayer por la tarde. Y era un buen chico para Lucía.
Y todo era por su culpa, por fijarse, y por su estúpida curiosidad de saber de "el hawaiano".
Este chico solo servía para meterla en problemas, ¡y eso que no se conocían personalmente! No quería imaginarse como sería todo si se conocieran... aunque quizás sería todo mucho más fácil, ya que se conocerían, y Lucía no tendría que preguntarle a Francis por él, Francis no sacaría sus propias conclusiones, y Lucía no estallaría con su genio. Todos estarían contentos, y de camino a la felicidad.

¿Por qué seguía pensando en él? Solo lo había visto una vez, y hacía cosa de un mes. Ni siquiera lo tuvo frente a frente, sino que fue a unos 10 metros de ella. No sabía de qué color eran sus ojos, solo que eran claros, y tampoco sabía su nombre. Solo sabía del color de su pelo, moreno con destellos rubios, ¿o era más castaño? Ya apenas lo recordaba... Su recuerdo estaba un poco borroso.
¿Acaso lo iba a ver alguna vez más en su vida? ¿Era por eso por lo que su mente mantenía todavía aquel recuerdo?

Soltó un suspiro. Últimamente, cuando montaba en coche, su cabeza daba vueltas, no se relajaba, pensaba en ÉL, y suspiraba.

Debía olvidarse de él. No servía de nada recordarlo. Él no la conoce, no sabe de su existencia, y para empeorar la cosa, tenía novia. ¿Quién sería? Era otro tema que tenía que aclarar con Lucía.

Uff... Bastante tenía Lucía para que ella le diera más problemas.

Después de saludar a su abuela y sacar la ropa de la maleta, llamó a su prima para informarle de que ya estaba allí. Quedaron después de cenar.

Ayudó a su abuela a hacer la comida, patatas con carne y ensalada de garbanzos. Cuando estaban poniendo la mesa, tocaron al timbre.

-Ya voy yo, abuela. - Y se dirigió a la puerta.

-¡AHHHHHHHHHHH! ¡Toni! - Se echó a sus brazos.

Era su primo Toni, el hermano mayor de su prima. Tenía 20 años y estaba estudiando en el ejército. Llevaba cerca de dos años sin verlo.


Toni era un chico musculoso, un poco recio, pero atractivo. Tenía unos ojos negros y pelo rapado, al rollo militar, pero se notaba su color negro. Su tono de piel era claro, una piel sin bronceado aparente. Aun conservaba su percing en la oreja izquierda. Con su barba de dos sin sin afeitar, parecía mucho más mayor, y eso lo hacía más atractivo aun.

-¡¿Qué haces aquí?! - Estaba sorprendida, no se lo esperaba para nada.

-Me han dado un permiso, y un pajarito me ha dicho que venías.

Volvió a abrazarlo, aun no se lo creía. Era su primo preferido, siempre se han llevado muy bien. Cuando eran pequeños, siempre le hacía cosquillas y bromas, y eso hacía que Layla lo adorara más.

-¿Vas ha salir en estas fiestas?

-Claro, primito. Para eso he venido. ¿Sabes? He crecido un poco desde la última vez que nos vimos... - Y le hizo un mohín.

-Para mí, siempre serás mi prima peque. - Y le devolvió el mohín.

Se pasaron toda la comida recordando viejos tiempos, Toni contándole cosas del ejército. En definitiva, poniéndose al día. A eso de las cinco, Toni se fue, y Layla se puso a leer. Todavía con Esta noche dime que me quieres.

sábado, 1 de septiembre de 2012

Capítulo 14


Había pasado mala noche. El sueño le había sido rebatado más de una vez en toda la noche, haciendo que se despertará más de una vez.

No quería saber nada de nadie, para suerte de ella, su madre ya había salido a trabajar.

Se estirazó en su cama, tenía todos los músculos agarrotados, y lanzó un suspiro. Hoy era un nuevo día.
No tenía ganas de encender el móvil. No tenía ganas de nada. Quizás estaba exagerando, seguramente sí, ella era así, pero no le importaba. Sabía que Francis no había tenido mucha experiencia ni relaciones con tías, pero le jodía bastante que dudara de ella. Quizás debería de llamarlo, arreglarlo, o pedirle perdón por su comportamiento y la forma de irse ayer. Quizás.

Quería echar un vistazo a su Twitter, y quizás, solo quizás, a su Tuenti. No quería hablar con él, no aún.
No tenía nada nuevo en Twitter. Cuando vio un tweet “No puedo prometerte que nunca llorarás por mí, pero pongo las manos en el fuego a que siempre encontraré la manera de volver a hacerte reír.”
Automáticamente se acordó de  Francis.

Joder... Echaba de menos ser pequeña... Cuando no tenía rayaeras por los tíos.

Necesitaba despejarse. Echó un vistazo a las tendencias de hoy... siempre se reía con las cosas que la gente ponía, cuando vio de tendencias #LibrosQueMarcaronMiVida. Nunca había visto un hashtag sobre libros.
No había nada interesante en Twitter, ¿y si echaba un vistazo a Tuenti?

Terminó de poner su contraseña, y en cuanto le salió, le dio a "Cancelar" al chat. Tenía varios privados privado.


Layla 7 de Ago, 10:37
He hablado con Cris, espero que no te importe. Si no das señales de vida, irá en busca tuya después de comer.

………………………………………………………………………………………………….....

Layla 7 de Ago, 10:23
Hola! Anoche hablé con Francis. Eso me explicó muchas cosas..
Lo siento, por mi culpa de saber de “el hawaiano” no te habrías peleado con Francis. Pero tengo que decirte que lo tienes loquito por ti. Está suuuuuuuuuuuuuuuuuper preocupado, me dijo que quería hablar contigo, pero yo le dije que no te agobiara.. que ya lo buscarías tú.
Lu.. ese chaval merece la pena, se nota que le importas.. No lo dejes escapar!
Sé que a una no le sienta bien la insinuación de que te gusta otro.. pero no lo hizo de mala intención, me dijo que no se había dado cuenta de que le gustas..
Deja que pase unos días y llámalo, vale?
Te llamaría por teléfono, pero me voy al pueblo de mi abuela de fiestas, creo que es la mejor forma de poder olvidarme un poco de “el hawaiano”. Me gustaría que me dijeras quién es esa chica.. tu sms me dejó muy preocupada y deja mucho que desear.
Ya hablaremos con más calma cuando vuelva.
Piénsate lo de Francis, eh? Vale la pena.
TeeQuiiiero <3

Le dio a “Inicio”. Eran demasiadas cosas las que tenía que afrontar. Un nuevo privado.

Cris 7 de Ago, 11:24
Sé que estás en Tuenti, tú última visita es de hace “unos segundos”.
Puedes conectarte? O llámame! Pero tenemos que hablar, ok?
Un kiss.

Necesitaba pensar… Fue a la cocina en busca de una tarrina de helado.
Mmm… Stracciatella.

Eran las una menos cuarto cuando se conectó al chat de Tuenti. Pinchó en el nombre de su amiga.

Yo: Cris, he tomado una decisión.


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NOTA INFORMATIVA:
La encuesta que tenéis a vuestra izquierda, es importante, ¡votad!
Si os metéis desde el móvil, elegid la versión web -al final de cualquier entrada sale- y a la izquierda os encontrareis con la encuesta sobre la edad. 
Un beso, y gracias!