lunes, 30 de julio de 2012

Capítulo 9


No podía ser él, ¿verdad? No podía... ¿Con Sara? Lucía no salía de su asombro. A cualquiera que se lo contara no se lo creería. Era imposible.
Lo único que se le ocurría para poder confirmar aquella locura era llegar a casa-mansión de Francis antes que él, para corroborar con que él llegaría más tarde y con ese bañador. No le quedaba de otra. Pobre Layla, pensó, que él prefiriera a Sara la iba destrozar.

Siguió el camino que utilizó Sara unos segundos antes para salir e ir por la calle principal y no toparse con él. Solo le quedaba correr.

Exhausta, tocó al portero y esperó. Francis salió de su casa y se dirigió hacía la cancela para abrirle.
Los dos primeros días, ella tocaba al portero y una voz le contestaba, haciéndole pasar dentro, pero como las clases iban a ser todas las tardes, Francis optó por recibirla él directamente.

-Hola. - Saludó mientras abría la cancela.

-Hola.

-¿Por qué vienes hoy así?

-Ehh... es que... había ahí atrás unos tipos que no me han dado buena espina... y.... por si acaso... eché a correr... nunca se sabe...

-Pediré un vaso de agua para ti.

-Ge..nial. - Logró decir. Normalmente no hubiera aceptado nada, ni aun que fuera una gota de agua, no era capaz ya que las clases eran gratis, y eso a ella no le hacía mucha gracia. Pero hoy lo necesitaba, pero esperaba que aquella carrera sirviera para algo, esperaba haber llegado antes que él.

Francis apareció nuevamente por el patio.

-Ahora traen una jarra de agua para ti. Sentemosnos mientras y empezamos, si quieres...

-Claro, claro. - Se dirigieron hacía la mesa del jardín. - Oye, ¿estás solo? - De hoy no pasaba, hoy tenía que saberlo todo acerca de su primo.

-No, mi madre está dentro.

-Ahh...

-Comencemos por donde lo dejamos ayer, ¿vale?

-Sí, vale. - En estos días habían dado suma y restas, divisiones y multiplicaciones, junto con todas las propiedades de los números: enteros, reales etc. y las fracciones, hoy tocaba el álgebra.

-Se suelen coger como incógnitas la letra x e y, al igual que la a y la b. Para resolver ecuaciones se despeja. Las ecuaciones se dividen en dos miembros, separados por el signo igual. - Mientras explicaba todo esto, escribió una ecuación sencilla, x+2=5, y le señaló los miembros. - Para despejar, hay que dejar la incógnita, es decir, la letra, sola en un miembro. Y eso se hace pasando el número que la acompaña al otro miembro, pasándolo con la operación contraria, es decir, de la suma lo contrario es la resta, y de la multiplicación lo es la división, y viceversa. ¿Sabrías hacerla?

Lucía le quitó el lápiz y despejó la x, quedando la ecuación en x=5-2=3

-Que sacará unos y dos en los exámenes, no quiere decir que me tengas que enseñar todo como si jamás hubiera visto un ecuación. Creo que las cosas básicas las sé. - Dijo todo esto intentado mostrarse amable, un poco burlona por que él creyera que no sabía de las existencias de las ecuaciones, pero sin animo de ofender. La verdad era que en estos días no habían avanzado mucho, pero era por que ella preguntaba mucho para poder escuchar su voz, pero se dijo a sí misma que eso debía de acabar ya, que quedaba un mes de verano y debía de aprovecharlo, ya que se le daba esa oportunidad.

-Vale, ¿qué sabes de álgebra?

-Pues... hacer ecuaciones de primer grado, sistema de ecuaciones con dos incógnitas, y creo que ya está.

-Vale... Pues hoy daremos entonces ecuaciones de segundo grado y más, y el método de Gauss. Pero antes, hazme estos sistemas de ecuaciones y repasamos, por los tres métodos, ¿eh?

En ese momento llegó una mujer muy atractiva y elegante con una bandeja que contenía una jarra de agua y dos vasos, y a la vez llegó su primo.

-Hola chicos. Gabriel, me alegro de verte, ¿qué haces aquí tan pronto?

-Cambio de planes, tita. Me quedo aquí toda la tarde. - Y se alejó con su bañador azul confirmando todo lo que Lucía había descubierto.

-Como quieras, cariño. Y vosotros, ¿cómo lleváis la tarde? - Y puso la bandeja en la mesa mientras nos servía el agua. La madre de Francis, o eso suponía Lucía por la elegancia de la mujer y la manera de tratar a Gabriel.

-Bien, mejor de lo que pensaba, resulta que Lucía sabe más de lo que esperaba.

Su madre rió, pero era una risa dulce.

-Bueno, espero que sirva de algo, ya que tienes a mi niño todas las tardes ocupado. Espero que sea buena influencia para ti y tú para él, ¿eh? - Dijo esto último refiriéndose a Lucía.

-Sí, sí... su hijo enseña muy bien las matemáticas.

-Espero que te sirva. Bueno, no os entretengo más, estudiar mucho. Adiós, y encantada Lucía. - Y se alejó hacia la casa.

jueves, 26 de julio de 2012

Capítulo 8


Se dirigía a casa de Francis. Habían pasado juntos ya tres tardes, dando mates, claro. Pero ella era la más feliz del mundo entero.
Cuando recordaba lo nerviosa que estaba la primera vez que quedó con él, se partía de risa. ¡Si los nervios no la hubieran traicionado! Estaba tan nerviosa aquella tarde que se le olvidó por completo que habían quedado para las clases de mates. Se hubiera ahorrado un mal rato, pero eso ya no importaba. El caso es que todo había salido bien.
Solo le faltaba saber cosas del hawaiano para avisar a Layla y ponerla al tanto de todo. Lo intentaría hoy.
Se acercó a una fuente a beber agua cuando sintió algo en su pelo.
Oh oh. Por favor, que no fuera lo que ella pensaba, que no fuera caca de pájaro lo que tenía en la cabeza. Por favor, por favor. Se pasó la mano por el cabello, con cuidado, esperando que allí no hubiera nada, solo pelo. Pero no hubo suerte, allí había un líquido viscoso, ensuciando su pelo. ¿Cómo iba a parecer así delante de Francis?
La única solución que tenía era entrar en algún servicio de algún bar o restaurante y lavarse. Se dirigió al que tenía enfrente.

-Disculpe, ¿me podría decir donde se encuentra el baño, por favor? – Preguntó al camarero.

-Lo siento, para utilizarlo debe comprar antes algo.

-Pero... ¡¿has visto mi pelo?! ¡Me ha cagado un pájaro encima!

-Lo siento... – Volvió a repetir.

-¡Esto es de locos! Dime que es una broma, por favor. – Suplicó Lucía.

-No.

-¡Está bien! Dame algo de bollería.

-Toma. – Y le tendió una palmera de chocolate. Genial, pensó, como no hace calor dame algo con chocolate, aparte de llena de mierda, llegaré manchada de chocolate a casa de Francis. ¿Algo más? Maldita ley de Murphy, concluyó.

Se dirigió hacia los servicios que el camarero le indico el lugar donde se encontraban. El local estaba muy bien, parecía agradable y acogedor, pero los servicios daban asco.

Buagg, pensó.

Se miró en el espejo.

-¡Qué pintas! Desde luego así vas a enamorar mucho a Francis. – Se dijo a sí misma.

Su pelo tenía ya la "sustancia" seca. Qué asco. Dejó la palmera envuelta en servilletas que el camarero le dio anteriormente. La mano ya le correaba chocolate.
Abrió el grifo del lavabo y se limpió las manos. Después de eso, con mucho asco, acercó su mano a esa cosa y la empezó a quitar.

Después de unos minutos ya no quedaba ni rastro de nada. Agarró la palmera y salió del servicio. El local tenía una entrada trasera. Saldría por allí, no tenía ganas de volver a verle el careto a ese camarero estúpido.
Iba a salir a la calle cuando...

-Por favor... – Suplicaba una voz femenina. ¿Sara?

-¡Por favor! ¿Por favor, qué? Estoy cansado de tener que estar siempre a escondidas, que nadie sepa que estamos juntos. ¡Ni que fuéramos críos de 13 años que se tienen que esconder de sus padres!

-Pero...

-¿Pero, qué? ¡Estoy harto! ¿Qué te crees, que soy tonto? Sé perfectamente que prefieres el anonimato para seguir acostándote con todo lo que te tire. Y estoy cansado de escuchar ese tipo de comentarios. ¡Harto!

-Yo... te quiero.

-¿Qué me quieres? No te quieres ni a ti misma, Sara.

-¡Lo juro! Lo que siento por ti no lo he sentido por nadie. ¡Ven esta noche a la fiesta que organizan mis padres! Te presentaré oficialmente, quiero que veas que voy en serio contigo. Por favor...

-Más te vale, Sara. Estoy cansado, para estar así te follo y me las piro. Y siento sonar duro, pero si no te abro los ojos ahora y no te das cuenta de los que estás haciendo, esto no va a ningún lado. Tienes que ser responsable si quieres tener una relación seria, si de verdad te importa tu pareja, si yo te importo… Y ahora me tengo que ir, tengo que ir a casa de mi primo.

-Está noche cambiara todo, ya veras...

¿Sara con novio? ¿Enamorada? ¿Desde cuándo? Esto no podía ser cierto. ¿Quién era él?
Se asomó como si de un espía se tratase, Sara había girado en la esquina del local y salir a la calle principal, y él siguió la calle abajo. Un momento... ¿Bañador hawaiano azul? ¡No! No podía ser... ¿él?

domingo, 22 de julio de 2012

Capítulo 7


Después de arreglarse Layla y desayunar, eran las doce del mediodía.
-Mamá, ¿necesitas que te ayude en algo?
-No.
-Vale.
Era momento de conectarse un poco, y evadirse de sus pensamientos. Todavía no sabía nada de Lucía desde el viernes. Y eso no era buena señal.
1 petición de amistad en Tuenti. Pincha.
<<Nico Yatusabehh quieres ser su amigo:
Hola, guapa ;)>>
¿Otra vez? Qué pesado era. Nico, era el ex de Layla. Comenzaron al poco de empezar el curso, pero lo dejaron a la vuelta de Semana Santa. Ella fue a un viaje con los de Biología y él al estar en Sociales no fue. Hubo una fiesta y se lió con Ana. Ella se enteró a través de Cecilia que tampoco fue, y lo dejaron. Desde entonces salía con Ana.
Después de eso, le mandó varios privados diciendo que la quería, que le perdonara y cosas por el estilo, pero ella lo ignoró como buena chica, y como era de esperar.
¿Por qué le mandaba ahora la petición? Era momento de espiar.
Nunca le había gustado que tuviera ese nombre en Tuenti, le hacía parecer cani, pero todos sus amigos hicieron un pacto y se pusieron “yatusabehh” todos juntitos, como buenos amigos.
Su estado decía lo siguiente. “Libre d nuevo pa todas vosotras ;) Pero sabes q te qiero a ti y lo conseguire!”. Uff… Esperaba que no fuera por Layla. No quería saber nada de él. Ya lo paso muy mal en su tiempo.
Se pasó un finde entero encerrada en su habitación, sin salir, solo para comer y las necesidades básicas de cualquier ser humano. No podía creerse que aquello fuera verdad, todas las promesas que se hicieron, todos los te quiero que compartieron, todos esos momentos… eran mentira. Él se rió de ella, desde el primer momento, porque si un tío te quiere, por muy “borracho” que este, si es eso cierto, no puedes dejar de pensar en la persona amada, cuando se quiere de verdad, estés en el estado que estés, siempre tienes tu mente puesta en ella.
Y ella tenía de prueba a toda la discoteca, que los vieron liándose. No le echaba las culpas a Ana, ella no tenía en ese momento relación conocida, ni tenía que guardarle a nadie la cara, pero él sí. Y por cosas que supo después, sabe que fue él quien fue en su búsqueda. Quién sabe si él le dijo que lo habían dejado por aquel entonces.
Pero eso era pasado. No valía la pena. No quería volver a recordar. Ya, no. Gracias al hawaiano había logrado dejar de pensar el Nico, y no iba a volver a hacerlo. No quería pasarlo mal. Era un capítulo cerrado. Ahora tocaba escribir uno nuevo donde él ya no estaba.
-¡Layla! Ve al supermercado y compra medio kilo de lomo, que me falta para haceros los filetes.
-Vale, mamá. Voy.
Apagó el ordenador, no sin antes ignorar la petición, y tirar la llave de ese cajón de su mente por la ventana.
Un suspiró terminó el capítulo de Nico.
Se llevó su móvil por si Lucía le mandaba algún sms o daba señales de vida. Solo tenía que bajar una cuesta, y cruzar el paso de peatones hasta el supermercado.
Después de veinte minutos logró salir. Pero se tropezó con un grupo de chicas adolescentes, y entre ellas estaba Ana.
Era el momento de actuar y no pensar.
-¡Ana! – la llamó. – ¿Puedes venir un momento?
Ana la miró asustada, después de lo que pasó con Nico nunca habían hablado. Se apartó del grupo y se dirigió hacia ella.
-Claro… ¿qué pasa? – dudaba de sí tenía que hacerlo, pero si le echaba algo en cara, siempre le podía que ya habían roto, que volvía a ser todo suyo.
-Sé que no hemos hablado mucho, pero me han dicho que lo habéis dejado tú y Nico. Simplemente quería decirte que es lo mejor que te ha podido pasar y que no dejes que eso te hunda la vida. No merece la pena.
Ana se quedó sin palabras, no se esperaba nada de eso. Pensaba que le iba a decir que se jodiera que ahora Nico volvería a ser de ella, y en cambio…
-Debo irme. Suerte. – Se despidió Layla.
No sabía por qué había hecho aquello, pero se sentía mucho mejor desde entonces. Era como si le hubieran quitado 20 kilos de encima. A veces era mejor actuar sin pensar.
Llegó de la compra y ayudó a su madre a preparar los filetes. Después se conectó y no estaban con sus amigas – puto What’s App – y decidió conectarse al chat de Tuenti Fotos, a ver si podía conseguir hablar con alguien hoy.
Tuvo suerte, ahí estaba conectado.
Yo: ola
Él: ola!
Yo: e exo 1 cosa, kiero tu consejo
Él: dime
Yo: mi ex a dejao a la xica con la q me puso los cuerns, y comprando m la e cruzao, y le e dixo q no deje q el le destroce la vida, q no merece la pena
Él: xk lo as exo?
Yo: no se.. lo e exo sin pensar.. e exo bn?
Él: wno.. al mens le as dejao claro q no la odias x lo pasado.. se abra qedao mu piya no?
Yo: un poco si.. xD en fin.. yo creo q e exo lo correcto
Él: el hablar con ella no ace daño no? y si tu te sients mejor.. eso es cosa tuya
Yo: yo me siento mejor q antes xD
Él: no se able mas!
Yo: gracias!! :)
Él: de nada
Yo: m voy a ir, chao!!
Y se desconectó.
Las decisiones debes de tomarlas por ti mismo, a él le puede parecer bien, pero sus amigas seguro que se volverán locas nada más enterarse. Las decisiones deben tomarse calmadamente, y sabiendo que es lo que tú quieres.
Y eso era algo que jamás olvidaría Layla, y que tendría en cuenta a partir de ahora: mirar por ella y no por lo que los demás opinen, porque unos irán a tu favor y otros en contra.

Capítulo 6


Como odiaba ser despertada por los rayos del sol, pero era lo que tenía el verano. Dejaba la ventana abierta y la persiana levantada una cuarta para que le entrara fresco durante la noche y no pasar calor, pero era tan sensible que con un solo rayo de sol ya estaba despierta, y claro, le tocaba levantarse y bajar la persiana.
Estaba preocupada, ayer fue domingo y Lucía no la llamó. ¿Qué habría pasado? Si hoy no tenía noticias de ella, y del hawaiano, la llamaría por la noche.
Todavía eran las ocho, podía dormir un par de horas, no era el momento de preocuparse de ello.

-¿Como la despertamos? – Susurró alguien.

-No sé, pero más bajo que la vas a despertar. – Le advirtió otra voz.

Esas voces, ¿eran imaginaciones suyas? ¿Eran del sueño? Qué cosa más rara...

-A la señal, ¿eh? – Dijo la segunda voz.

Risas, risas, y más risas.

-¡Parad! ¡Parad!

Más risas.

-Venga, dormilona.

Eran Cecilia y Pilar.

-¿Qué... qué hacéis aquí?

-¡Sorpresa! – Gritaron las dos al unísono.

-Dadme un segundo, estoy demasiado dormida como para enterarme de qué está pasando aquí.

Se dirigió hacía el baño, y se lavó la cara. ¿Qué hora era? Con lo que le apetecía dormir, pero eran sus amigas, y si estaban allí era por algo. Se hizo de nuevo la cola que se hizo por la noche para dormir, y fue para su dormitorio.
Allí estaban charlando tan tranquilamente hablando, como si no la acabaran de despertar, o eso fuera lo más normal del mundo.

-Vale, ¿qué hacéis aquí? ¿No estabais en tu cortijo? – Dijo refiriéndose a Cecilia.

-Sí, pero mi prima se vino con nosotras, y la recogían anoche-. Añadió Pilar.

-Y como mi hermana Raquel es tan buena y adorable, se vino con nosotras, y anoche nos volvimos con ella-. Concluyó Cecilia.

-Y estáis aquí por que...

-Porque llevamos un mes sin verte, te echábamos de menos, nos tienes que contar cosas, y nosotras novedades. ¿Te parece poco?

-Vale, vale... Lo capto. Pero me podíais haber dejado dormir. 

-¡Si son las diez! Es la hora perfecta. – Cecilia siempre tenía ánimos para todo. ¿Cómo lo haría?

-Bueno, empieza: ¿qué tal por la playa? ¿Muchos buenorros?

-Pues... He conocido a un chico, pero no sé ni su nombre, así que... Pero Lucía ha podido contactar con él ahora, y no sé qué pasará.

-Tiene el pelo más claro, ¿no? – Preguntó Pilar. – Es que lo he visto en las fotos del Tuenti.

-Sí, se echa camomila.

-Mmm... Le queda bien.

-¿Y cómo era el chico? – Cecilia se interesaba. No le gustaba que dejaran las conversaciones a medias.

-Pues era moreno, alto, moreno con reflejos rubios, y tenía un bañador hawaiano azul. Lucía y yo lo llamamos “el hawaiano”. – Terminó por concluir Layla.

-Mmm... Parece misterioso... ¡Me gusta!

-¿Eres consciente de que siempre dices “mmm...”? – Le preguntó Layla.

-¿Y qué? Mucha gente tiene sus muletillas, y yo al pensar digo “mmm...”

-Ya, claro...

-¿Es que tú no dices nada al pensar?

-Pues no, me callo cuando pienso porque estoy pensando.

-¡Pero es q...

-¡Relax, chicas, relax! – Dijo Cecilia.

Todas se echaron a reír. Hace unos años, se metieron en un chat, y algo aburridas, crearon un grupo, donde ninguna se conocía, t un chico se metió en él. Ellas, sobreactuando, estaban peleando verbalmente por él, y claro, tan creído que se puso el chaval, en un momento determinado él dijo: “Relax, chicas, relax. Si hay para todas ;)”.
-Oye, y en Tuenti se te ve muy contenta con Pablo, ¿qué pasó con él?
-Nada, es un creído. Intentó besarme en la fiesta y me fui.
-Pues yo le echaba un polvo… y los que él me pidiera. – Sonrió Pilar.
-Te echaría él a ti el polvo, y después, si te he visto no me acuerdo. – Le advirtió Layla.
-Pues os grabáis y le dices “¿te acuerdas ya, majo?” – Soltó como nada Cecilia.
-¿En serio? – Le asustaba aquella chica, era capaz de hacerlo. Estaba loca.
-No estaría mal, pero a mí no me va.
-Ya… ¿Y vosotras, qué tal? – Inquirió Layla para cambiar de tema.
-Pues… – comenzó Pilar.
-¿Qué? ¿Qué ha pasado?
-Pues… Conocí a un chico.
-¿Un chico? ¡Cuenta, cuenta!
-Pues, resulta que fui a comprarme ropa a la capital, y como hacía calor, cogí un autobús de línea para ir al centro. Allí, tropecé con un chico, y nos encontramos en varias tiendas. Así que, ¿sabes que siempre tengo el bluetooth activado?, pues me mandó por bluetooth su Tuenti.
-¿En serio? ¿Y cómo vais?
-Hablando todos los días por What’s App. Resulta que es un año mayor y es de un pueblo de aquí cerca, a 20 kilómetros, pero estudia en la capital.
-¿Te gusta?
-Sí, pero… No sé… ¿Una relación a distancia? Uff… Si me cuesta llevar una donde te ves día a día, ni te cuento a distancia.
-No te desanimes, encontrareis una solución. Si le gustas y él a ti, ya encontrareis un remedio. El amor todo lo puede. – Layla dijo la última frase con un tono un poco filosófico.
-No sé…
-¿Y tú, Cecilia?
-Como siempre, tonteando con todos, pero echándome atrás siempre.
-Nunca cambias. Dichoso aquel que consiga que salgas con él.
-Bahh… Si es que en esta mierda de pueblo no hay nadie en condiciones, ni nadie que me merezca. Soy mucho para lo que hay aquí.
-¿Queréis desayunar? ¡Mirad qué hora es!
-¡Qué va! Si tengo las cosas en casa de Cecilia – Explicó Pilar. – Debemos volver y yo irme a mi house.
-Vaya…
-Nos ponemos en contacto por What’s App.
-Ejem… Yo no tengo, ¿recordáis? Mis padres no me quieren comprar un móvil con wifi-. Dijo Layla resignada.
-Ya te llamaremos, entonces. ¡Hasta luego! – Se despidió Pilar
-Luego te llamó. – Se despidió Cecilia.
-Adiós.

Capítulo 5


Al fin había visto todas las etiquetas y había contestado a los comentarios de las fotos. ¡Qué aburrimiento! Podría estar ahora con sus amigas, pero sabía que tenía que descansar. Pero aún era temprano. 
¿Qué hacía cuando se aburría? Pues se iba al chat del Tuenti Fotos, en la sala de música. Allí había conocido a un chico, que le sacaba diez años, más o menos, pero que le entretenía mucho. Era un chico muy interesante, tenía experiencia en la vida, y le hablaba desde un punto de vista que le agradaba. Le venía bien hablar con él, cuando tenía problemas o algo, aparte de la experiencia que él tenía, le daba buenos consejos, y es que tenía una ventaja: podía decirle a ella lo que realmente pensaba, sin influir en él el conocerla a ella u otros factores que siempre influían en las amigas.

Introdujo el nick, y a esperar.

Tenía frases de él que jamás olvidaría. Por ejemplo, una vez le contó que su sueño era tocar el piano, y él le dijo “Los sueños, sueños son... hasta que los haces realidad.” Esa frase en sí, no tenía mucho valor, o gran significado, pero a ella en esos momentos, le dio la vida. A sus amigas no se lo dijo por miedo o rechazo al ser un instrumento, principalmente, de música clásica. Aun que más tarde se dio cuenta de que siendo sus amigas, jamás se reirían de ella.

Y otra vez, cuando le contó que lo dejó con su ex, y que ojala ella le hubiera dicho que no cuando le pidió salir, él le dijo que en el amor, junto al poder y al dinero son las cosas que nunca podrás controlar porque te controlan a ti, y tiene razón, Layla lo sabía, aun que hubiera querido negarse, al final terminaría diciéndole que sí, y más o menos, era lo de ahora, lo de aquel chico misterioso. Solo lo había visto un día, y le encantaba. No era capaz de decir que estaba enamorada de él, pero le gustaba mucho.

Yo: hola, volvi de vacaciones!

Él: Hola! Q tal x la playa?

Yo: bn, como esperaba pablo me tiro, pero wno... aunq conoci a un xico, wno, conocer conocer, no, no me se ni su nombre, xo es muy wpo

Él: aii.. esa bendita adolescencia...

Yo: bahh.. ni q fuers tan viejo xD q de eso ace uns años, ombre

Él: a partir d cierta edad todo pasa mu rapido

Yo: exageras..

Él: ya m diras tu..

Yo: wno, q tal x aki? M as exado d -?

Él: sep, exaba d mens tnr a alguien contandom sus proble+

Yo: wno, si molesto.. m voy xD

Él: hahaha si en el fondo te aprecio

Yo: ya.. xD cmo yevas el vrano?

Él: bn.. sperando q le den ls vacacions a mi novia pa irns x ai

-¡Layla, el teléfono!-. Escuchó como su madre le avisaba.

-¡Vale, mamá!

Yo: 1segundo, m yaman x tlfno

Él: ok

¡Qué suerte que tenía inalámbrico! Le costó sus años conseguirlo, pero al fin lo tenía. Y todo gracias a que su padre, con el tema de la crisis, pasaba más tiempo en casa. Suerte que le recortaron el horario. Su padre se hartó de que estuviera a todas horas enganchada al teléfono, y se lo compró por tal de no oírla.

-Mamá, puedes colgar. – Esperó unos segundos mientras colgaba... – ¿Sí?

-¡Hola! ¡No te lo vas a creer!

-¿Lu? ¿Qué ha pasado?

-Es que es muy fuerte. ¡No te lo vas a creer!

-Deja de decir que no me lo voy a creer. Me estás poniendo nerviosa, ¿qué ha pasado, estáis juntos?

-No, pero hemos quedado para mañana, y para el otro... ¡todo el verano!

-¿Qué? ¡Venga ya! ¿Por qué?

-Pues porque le dije que tenía problemas con mates, y me va a dar clases todos los días del verano para que apruebe. Así que... todo el verano con él.

-¡Qué bien! Me alegro, así seguro que os conocéis mejor y podréis llegar a algo.

-¡Sí!

-Me alegro, en serio. Bueno, ¿eso era lo que no me iba a creer?

-¡No! Adivina con quién me he encontrado en su casa-mansión.

-¿Mansión?

-Sí, vive en la zona de los chalés. ¡Pero no me cambies de tema!

-Vale, vale... ¿A quién?

-¡Adivina!

-¿A Sara de criada?

Risas al otro lado del teléfono.

-No, pero ojalá.

-Pues no sé. ¿A quién?

-¡Al hawaiano!

-¿Al hawaiano? 

-Sí, a ese chico moreno que vimos el primer día que estabas aquí, que estábamos en los bancos de la urbanización, y yo te hablaba de qué bikini ponerme para la fiesta de Pablo.

El corazón le dio un vuelco a Layla. Pero, ¿por qué ahora? ¿Por qué tenía que dar señales de vida el día que volvía de la playa, no podría haberse adelantado un solo día? Ahora ya no le valía de nada saber aquello, ni siquiera sabía si lo iba a volver a ver.

-¿Y qué hacía allí? ¿Era el socorrista? – Su voz sonó triste, apagada. Y sabe que lo que ha dicho ha sido algo cruel, pero es que el destino era tan malo con ella...

-No, y eso es lo mejor, ¡es el primo de Francis!

-¿Y eso qué tiene de bueno?

-¡Pues que le puedo sacar información a Francis, tonta! – Lo dijo como si fuera algo obvio.

-¿Hola? Estoy en mi pueblo, ¿de qué serviría eso ahora? ¡De nada! – Cada vez estaba más alterada, sabía que ella no tiene la culpa, pero no lo podía evitar.

-Vale, perdona. Solo pensaba que te interesaría saber que podrás contactar con él, puedo conseguir su tuenti, pero si no tienes interés...

-Lo siento... Me he pasado, pero es que me jode tanto que aparezca ahora que yo he vuelto que... Lo siento.

-Tranquila, no pasa nada. ¿Te apunto su tuenti?

-¡Claro!

-Bueno, yo te dejo, que ha llegado está tarde Cris de casa de su padre, y tenemos que ponernos al día. Ya te llamo cuando tenga novedades.

-Vale. ¿Te quedas a dormir?

-Sí, vamos a hacer el reencuentro-fiesta de pijamas.

-Pasarlo bien, y espero noticias tuyas.

-Venga, gracias. Te quierooo.

-Adiós, te quiero.

Uff... esta llamada lo ha cambiado todo. ¡Puede ponerse en contacto con él! Al final, resulta que todo le va a ir bien.

¡Ostia! Tenía el chat de Tuenti Fotos abierto.

Él: oye q yego mi novia, ablams otro dia, xao

Mejor, había sido un día largo y necesitaba dormir. Cerró el portátil. Cenó con su familia. Y se durmió sin saber que muy pronto un chico moreno entraría en su vida.

Capítulo 4


Aquella chica, Lucía, era todo lo contraria a ella. Nadie entendía muy bien cómo podían ser amigas. Pero lo eran. Y Layla la quería mucho. Sin ella, las vacaciones en la playa no serian lo mismo. Sí, era cierto que tenía un modo de ver la vida “raro” y una filosofía extraña, pero seguro que había muchas chicas como ella, pero que se escondían por temor a la sociedad, y Lucía no, era la chica más valiente y sinvergüenza que conocía.
¿Cómo le estaría yendo la cita con Francis? Tenía ganas de que llegara la noche para poder hablar con ella.

En la siguiente foto, salía ella tomando el sol. ¡Qué Lucía! Se la había echado a escondidas. Sus amigas la habían llenado de comentarios.

<Tráenos un poquito de agua de playa en un frasco de colonia, que queremos ponernos morenas!>

<Pues yo prefiero que me lleves allí>

Y los siguientes comentarios eran de ellas decidiendo cual era el mejor regalo. Como las quería.

En otra foto, salían ella y Lucía en la orilla, y las amigas de Lucía habían comentado. Esas chicas no le caían muy bien a Layla. Las gemelas eran unas chicas aborrecibles, como sus padres tenían dinero, se creían las mejores del mundo. Suerte que en verano se dedicaban a recorrer el mundo y no tenía que verlas. Pero la otra chica era maja. Sus padres se separaron y se echó novio en el pueblo de su padre, y todos los veranos tenía que pasar un mes con él, así que se pusieron de acuerdo para ella irse con su padre cuando Layla iba a la playa, y así Lucía no estaba sola.
No podía quitarse la cita de Francis y Lucía, sin duda, aquella pareja prometía.

¿Dónde estaba? Llevaba cinco minutos esperándole, habían quedado en el sitio donde se encontraron por primera vez, cuando ella huía de la 
fiesta. ¿Y si lo llamaba? Mierda, no tenía su móvil. ¿Y si se había arrepentido? No podía ser, ¿no? Había sido él el que propuso la cita después de tanto hablar por tuenti, no sería capaz de aquello. Estaba segura. Aunque en esos minutos de espera se le había pasado de todo por la cabeza. ¿Dónde estaba?

-Tranquila, vendrá. Tranquila...

Cerró los ojos e inspiró. Tenía que relajarse. ¿Cómo podía estar tan nerviosa? 
Siete minutos.
Ese chico no era nada del otro mundo, pero es verdad que le empezaba a gustar, ¿tendría razón Layla? Esperaba que sí.
Ocho minutos.
¿Se va? Bueno, esperaría hasta las cinco y cuarto, solo eran siete minutos más. Uff, estaba al borde de un ataque de nervios.

-¿Dónde demonios estás, Francis?

-Emm... Detrás tuya, Lucía.

Y allí estaba, Lucía se quedó sin palabras al verlo, iba con el torso al descubierto, y llevaba un bañador verde. Con su pelo “aplanchetado”, pero era tan mono...

-Hola. – Dijo como pudo. 


-Hola. – Que sonrisa tenía tan bonita... – ¿te apetece que vayamos a mi casa?

¿A su casa? ¿Para qué? Oh, no. Como le contó la otra noche como era ella, seguro quería pasar el rato, seguro que tenía una novia pija como él que vendría este verano a verle y querría que ella le enseñara. Seguro. 
¿Qué hacía: iba con él o se acordaba de que tenía que ir a... a... a comprar la cena de esta noche? ¿Qué hacía? ¿Qué hacía?

-Ehh... Pues... Claro, me invitas a merendar. – Uff, por los pelos. Había dicho lo primero que se le había pasado en mente, sin pensar. Y ahí había demostrado, o eso creía, que él sí le importaba, que era distinto que los demás, y que lo suyo – ¿lo suyo? ¡Pero si no había nada entre ellos! Estaba muy mal... – quería que saliera bien. Despacio. Sin prisas. Sin presión.

Se dirigían a la zona de los chalés. Vaya, vaya... Con que tenía pasta, pero eso era lo de menos. Uff, los nervios la atacaban. ¿Por qué no hablaban? Estaba poniéndose más nerviosa.

Entraron por una cancela blanca, que daba al patio principal. Una inmensa piscina decoraba el paisaje, rodeada, por los límites del patio, con pinos y rosales que hacían de aquello un lugar muy bonito y acogedor. A un lado se encontraba una mesa de hierro blanco con cuatro sillas, y un centro floral – seguramente hecho de rosas del jardín. Al otro lado, se encontraba la casa, con unas escaleras laterales que daban a la puerta principal.


-Guau.

-Lo sé, es bonito. Siéntate en la silla, yo ahora vengo.

-Vale. – Y Lucía obedeció.

Ese sitio era fantástico. ¿Dónde habría ido? Todas sus conversaciones durante estos días le venían en mente. Fue él quien la agregó a Tuenti, le mandó una petición a los dos días con un “Hola, qué tal? Espero que estés mejor.” Ella le aceptó corriendo y le contestó con un “Mejor, gracias ;)” y desde entonces siempre han estado en contacto.
Francis traía con él un libro, ¿era mates?

-Volví. Verás, me comentaste que las mates no son lo tuyo, ¿verdad?

-Pues no. – Contestó, extrañada. – No logró sacar más de un dos.

-Bueno, como yo voy en mates un curso avanzado, te puedo explicar un poco, porque como no te saques mates, no podrás hacer selectividad.

-¿En serio? Vaya, gracias.

A Lucía le encantaba estar con él, no se enteraba mucho, no tenía buena base y tenían que empezar desde el comienzo, pero poder pasar tiempo con él, era lo mejor que le podía haber pasado. ¿Cómo podía haber pensado que él no iba a parecer, o peor aún, que él la iba a utilizar para enseñarle a su novia imaginaria?

-¿Por dónde empezamos?

-Pues… ¿desde el comienzo? Nunca se me han dado bien, las he ido dejando desde quinto o sexto…

-¿Sabes… sabes sumar?

-Ja ja. Claro, soy torpe, pero no tanto.

-Comenzaremos por la E.S.O. ¿Qué te parece?

-¡Genial!

Pasaron toda la tarde juntos, hablando de sus cosas, conociéndose un poco mejor. Era mejor que por tuenti.

-Bueno, creo que debería irme.

-Vale, ¿mañana a la misma hora?

-¡Qué! Uff… Mates en verano, ¿quién me lo iba a decir? Espero que sirva para algo. – Como para ligarse al profe.

-Vas a ser la segunda empollona de mates el año que viene, ya verás.

-¿La segunda?

-Claro, yo estaré en tu clase.

-Pero si tú vas un curso adelantado, ¿por qué te quedas?

-Verás, la selectividad la voy a hacer con todas las asignaturas, no ahora mates y el año que viene el resto. Y los profesores me dejan quedarme para así poder repasar.

-Aja… ¿Me acompañas a la puerta?

-¡Claro!

Pero de camino a la salida, Lucía se encontró con una persona que no esperaba ver. ¿Ese bañador hawaiano no le recordaba a algo? ¡Era el chico ese del que se coló Layla! ¿Qué hacía allí?

-¡Qué pasa, primo! – Le saludo a Francis.

-Hola, aquí con unas clases de mates.

-Bueno, encantado…

-Lucía. – E intento mostrar su sonrisa más bonita. Layla iba a flipar cuando se enterara de esto.

-Yo soy… – Pero en ese momento sonó “I’m sexy and I know it” – Tengo que contestar. 
¡Hasta otra!

-¿Es… Es tu primo?

-Sí, está pasando aquí el verano, ¿por qué?

-Oh… Por nada, es que nunca lo había visto por aquí.