domingo, 22 de julio de 2012

Capítulo 2


Cuando llegaron a casa, Layla fue en busca de Tom. Tom, o Tomás, era su    hermano de doce años, al cual no le gustaba para nada la playa, y pasaba el mes de vacaciones junto su primo. La última vez que fue a la playa, tenía 6 años, y todos los niños de su edad estaban hartos de la playa al poder tenerla siempre y preferían encerrarse en sus casas jugando a la PlayStation. Su hermano, en plena revolución, comenzó a chillar y patalear diciendo que quería volver a casa, y a sus padres no les quedo otro remedio que llevarlo a casa de su tía.

Ding.

-¿Sí? – preguntó una voz al otro lado del teléfono.

-Soy Layla, ¿tiene ya Tom las cosas listas?

-Sí, ya baja.

-Vale.

Pasado unos segundos, Tom bajaba las escaleras dirección a Layla.

-¡Hola, enano!

-¡Hola! ¡Corre, vamos a casa, quiero ver a mamá y papá!

Y Tom echó a correr al encuentro de sus padres. No era gran esfuerzo, era lo que tenía vivir en la calle de atrás.


Era mediodía, y su madre hizo una tortilla de patatas para que comieran todos juntos. Tom le estuvo contando las últimas travesuras de él y el primo. ¡Pobre tita! Lo que ha tenido que soportar durante el mes.
Después de comer, Layla comenzó a vaciar su maleta, colocar la ropa limpia, y echar a lavar la ropa sucia. Una vez que terminó, agarró su cámara y cogió el portátil.
En la playa no tenía Internet, y tenía mono del Tuenti, tenía que ver sus
 novedades y subir las fotos que tenía en su cámara.
Tenía 348 etiquetas nuevas, 8 privados y 3 comentarios.

-Uff...

Comenzó por los comentarios y los privados, todos eran de sus amigas, contándole novedades, diciéndole que volviera ya, que necesitaban verse y su consejo. Es mejor llamarlas.


Pii... Pii... Pii... Pii...

-¡Ahh! ¡Layla!


-Hola chicas, ya he vueltooo.

-Estamos en el cortijo de Cecilia, vamos a pasar el finde, ¡vente!

-No puedo.

-¿Por qué?

-Mis padres... Ellos y su idea de venirnos el viernes de allí porque había menos tráfico, y 
ahora han encerrado el coche y me han dicho que me olvide de que me lleven a algún sitio, que están cansados.

-Joo... ¿Vamos a por ti?

-No, gracias. Vengo algo cansada del viaje, nos vemos el lunes cuando volváis, ¿vale? No hagáis muchas travesuras, ¿eh? ¡Os quiero!

-¡¡TE QUEREMOS!!

Soltó el móvil en la cama y volvió al portátil. Una a una, fue mirando las fotos de la playa. En la primera, salía con Lucía camino de la playa, y otra tomando el sol. Las siguientes fotos eran de la fiesta de Pablo: ellas camino de la fiesta, otra foto allí, una foto de ellas con Pablo, otra de Pablo y ella solos, otra de Pablo y Lucía. ¿Por qué estaba ella etiquetada? Se buscó en las etiquetas. Maldito Pablo. Era odioso. Su trasero salía de fondo en la foto y la había etiquetado. No soportaba a aquel tío, y menos después de la fiesta...

Después de refrescarse en la piscina, Pablo fue detrás de ellas a saludarlas, no perdía el tiempo.

-Hola, chicas. Vaya, que guapa estás, Layla.

-Gracias – Dijo con una sonrisa forzada. Que tío más plasta. – Tú tampoco estás mal.

La verdad, es que era un chaval bastante simpático, si le quitaras su parte  arrogante, egoísta, creída, si no fuera un chulo que se cree que todas las tías están a sus pies... Era atractivo, su cuerpo cuidado con ejercicio físico, su pelo alocado y largo, pero no muy largo, lo suficiente para que le descansara un poco por la frente, y rubio. Aunque sus ojos eran de un marrón chocolate, pero esa mirada de “mmm... lo que te hacía” le hacía perder todo su encanto.

-Enserio, ese bikini te queda fantástico. ¿Una foto con el chico más guapo de la fiesta?

-¡Vale! – gritó Lucía, que ya se había bebido un Malibú con piña e iba a por el segundo.

Layla se lo agradeció, Pablo se lo decía a ella, pero contra menos tiempo estuviera al lado de ese chico, mejor.
Sonrieron en la foto, y luego Pablo agarró a Layla por la cintura y se echaron una ellos dos solos.


-Bueno, yo voy un momento al servicio. Ahora vengo, Lu, espérame aquí, ¿eh?

-Sí, sí...  – Pero Lucía tenía la vista en Sara y en Jose, que se estaban liando en ese momento.

Uff... No iba a aguantar mucho en la fiesta, ¡con el pesado de Pablo detrás de ella! Ese chico no se cansaba ningún año con ella. ¿No entendía que pasaba de él? ¿Y el chico nuevo? No lo había visto por la fiesta, que raro... A esa fiesta solía estar invitado todo el pueblo. ¿Por qué no había ido?
Bueno, lo mejor era ir en busca de Lucía, esa chica estaba demasiado loca. Abrió la puerta del servicio y enfrente de ella estaba Pablo apoyado en la pared.


-¿Qué haces? – le preguntó distante.

-Vamos, Layla, noto la tensión sexual entre nosotros, y es hora de que hagamos algo.  – No le gustaba el tono que estaba usando, ni como se acercaba a ella.

-Pablo, déjate de gilipolleces, entre tú y yo no hay nada, y menos “tensión sexual”.

-No lo niegues, estamos solos, confiésalo.

Y Pablo la atrajo hacia él por la cintura, mientras Layla intentaba soltarse, pero con la otra mano la agarró de la barbilla, y sus labios se acercaban a la boca de ella. Layla intentaba soltarse de él, pero la agarraba con bastante fuerza. Sus   labios estaban a milímetros de su boca, cuando le dio un pisotón y él la soltó.

-¡Imbécil! – y se fue en busca de Lucía para irse.

2 comentarios:

  1. por lo quellevo leyendo ahora...esto esta muy bien, yo tambien estoy escribiendo un libro gracias a blue jeans el me inspiro. Bueno BSS

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    1. Blue Jeans ha servido de inspiración para much@s jovenes.
      Espero que tengas mucha suerte

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