Como odio ser despertada por los rayos del sol, pero era lo que
tenía el verano. Dejaba la ventana abierta y la persiana levantada una cuarta
para que entrara fresco durante la noche y no pasara calor, pero soy tan sensible que con un solo rayo de sol ya estoy despierta, y claro, me toca levantarme y bajar la persiana.
Estoy preocupada, ayer fue domingo y Lucía no me llamó. ¿Qué habría pasado? Si hoy no tenía noticias de ella, y del hawaiano, la llamaré por la noche.
Todavía son las ocho, puedo dormir un par de horas más, no es el momento de preocuparse de ello. Sero preocupaciones.
Estoy preocupada, ayer fue domingo y Lucía no me llamó. ¿Qué habría pasado? Si hoy no tenía noticias de ella, y del hawaiano, la llamaré por la noche.
Todavía son las ocho, puedo dormir un par de horas más, no es el momento de preocuparse de ello. Sero preocupaciones.
-¿Cómo la despertamos? –susurra alguien.
-No sé, pero más bajo que la vas a despertar–Le advirte otra voz.
Esas voces, ¿eran imaginaciones suyas? ¿Eran del sueño? Qué cosa más rara...
-A la señal, ¿eh? –dice la segunda voz.
Un gesto que soy incapaz de ver y... Risas, risas, y más risas.
-¡Parad! ¡Parad! -suplico.
Más risas.
-Venga, dormilona -Trata de decir una voz femenina entre tanta
risa.
Cecilia y Pilar.
-¿Qué... qué hacéis aquí? -Logro decir en un suspiro. Necesito
recuperar el aliento con tantas cosquillas que acabo de sufrir.
-¡Sorpresa! –gritan las dos al unísono.
-Dadme un segundo, estoy demasiado dormida como para enterarme de qué está
pasando aquí.
Me levanto de la cama después de que se hayan
quitado de encima mía. Me dirijo al cuarto de baño zombie perdida. Me coloco en frente del espejo. ¡Qué cara de sueño!
Abro el grifo y sin pensármelo me echo agua en la cara.
Brrrr. ¡Qué fría!
Brrrr. ¡Qué fría!
¿Qué hora era? Con lo que me apetecía dormir. Jou.
En fin, me aseo un poco y salgo del baño. Las niñas están conmigo después de un
mes sin ellas, no puedo hacerles el feo.
Allí estaban charlando tan tranquilamente como si no me acabaran de despertar, o eso fuera lo más normal del mundo.
Allí estaban charlando tan tranquilamente como si no me acabaran de despertar, o eso fuera lo más normal del mundo.
-Vale, ¿qué hacéis aquí? ¿No estabais en tu cortijo? –digo refiriéndome a Cecilia.
-Sí, pero mi prima se vino con nosotras, y la recogían anoche-Añadió Pilar.
-Y como mi hermana Raquel es tan buena y adorable, se vino con nosotras, y
anoche nos volvimos con ella -concluye Cecilia.
-Y estáis aquí porque...
-Porque llevamos un mes sin verte, te echábamos de menos, nos tienes que
contar cosas, y nosotras novedades. ¿Te parece poco?
-Vale, vale... Lo capto. Pero me podíais haber dejado dormir.
Me siento en la cama con ellas. Quiero,
discretamente, meterme entre las sábanas de nuevo, pero es misión imposible.
-¡Si son las diez! Es la hora perfecta -Cecilia siempre tiene ánimos para todo. ¿Cómo lo hacía?
-Bueno, empieza, ¿Qué tal por la playa? ¿Muchos buenorros?
-Pues... He conocido a un chico, pero no sé ni su nombre, así que... -hago un gesto de noesnadaperoloestodo-. Pero Lucía ha podido contactar con él ahora, y no sé qué pasará -Me encojo de hombros.
-Pues... He conocido a un chico, pero no sé ni su nombre, así que... -hago un gesto de noesnadaperoloestodo-. Pero Lucía ha podido contactar con él ahora, y no sé qué pasará -Me encojo de hombros.
-Tiene el pelo más claro, ¿no? –pregunta Pilar-. Es que lo he visto en las fotos del tuenti.
-Sí, se echa camomila.
-Mmm... Le queda bien.
-¿Y cómo era el chico? –Cecilia intenta tomar rumbo a mí nuevamente. No le gusta que dejen las conversaciones a medias.
-Pues era moreno, alto, moreno con reflejos rubios, y tenía un bañador
hawaiano azul. Lucía lo llama el hawaiano -Termino.
-Mmm... Parece misterioso... ¡Me
gusta! -Eso mismo pienso yo: misterioso.
-¿Eres consciente de que siempre dices “mmm...”?
–le pregunto a Pilar.
-¿Y qué? Mucha gente tiene sus muletillas, y yo al pensar digo “mmm...”
-Ya, claro...
-¿Es que tú no dices nada al pensar?
-Pues no, me callo cuando pienso porque estoy pensando.
-¡Pero es q...
-¡Relax, chicas, relax! –zanja Ceci.
No podemos evitar echarnos a reír, los
recuerdos vienen a nuestra mente...
Hace unos años, cuando éramos adolescentes nos
metíamos en chats para reírnos de la gente -vamos, lo típico de los 13 ó 14
años-, y creamos un grupo donde nos metíamos los sábados por la mañana y si
algún chico nos seguía a alguna la corriente lo metíamos y empezábamos a
decirle cosas como "pues yo tengo de talla de tetas una 135" y cosas
por el estilo -lo sé, es algo patético, vergonzoso e infantil, hasta a mí me
avergüenza reconocer que lo hice, pero a esa edad te crees importante por decir
"tetas" o "morreo". El meollo del asunto está en que,
sobreactuando un poco, peleábamos por un chico y éste, todo creído, nos soltó
algo como: "Relax, chicas, relax. Si
hay para todas ;)".
En fin, cosas de crías.
-Oye, ¿y qué ha pasado con Pablo? -dice después de respirar y volver al presente.
-Oye, ¿y qué ha pasado con Pablo? -dice después de respirar y volver al presente.
-Ni me lo menciones -y me dejo caer de
espaldas. Es una forma muy dramática de decir: imbécil-. Intentó besarme en la
fiesta que monta todos los años...
-¿Qué dices?
-¿Te dejaste?
-¡Claro que no! -Me levanto repentinamente-.
Es un estúpido y un creído, así no va a ninguna parte conmigo.
-Pues yo le echaba un polvo… y los que él me pidiera. –sonrie Cecilia.
-Te echaría él a ti el polvo, y después, si te he visto no me acuerdo. –le advierto.
-Pues os grabáis y le dices “¿te acuerdas ya, majo?” –suelta como si nada Pilar.
-¿En serio? –me asusta
aquella chica, es capaz de
hacerlo. Está loca.
-No estaría mal, pero a mí no me va.
-Ya… -Pongo los ojos en blanco. No me la creo para nada-. ¿Y vosotras, qué tal?
-Pues… –Comienza Pilar.
-¿Qué? ¿Qué ha pasado?
-Pues… Conocí a un chico.
-¿Un chico? ¡Cuenta, cuenta!
-Pues, resulta que fui a comprarme ropa a la capital, y como hacía calor,
cogí un autobús de línea para ir al centro. Allí, tropecé con un chico, y nos
encontramos en varias tiendas. Así que, ¿sabes que siempre tengo el bluetooth activado?, pues me mandó por bluetooth su tuenti.
-¿En serio? ¿Y cómo vais?
-Hablando todos los días por Whatsapp. Resulta
que es un año mayor y es de un pueblo de aquí cerca, a 20 kilómetros, pero
estudia en la capital.
-¿Te gusta?
-Sí, pero… No sé… ¿Una relación a distancia? Uff… Si me cuesta llevar una
donde te ves día a día, ni te cuento a distancia.
-No te desanimes, encontrareis una solución. Si le gustas y él a ti, ya
encontraréis un remedio. El amor todo lo puede –dije la última frase con un tono un poco filosófico.
-No sé…
-¿Y tú, Cecilia?
-Como siempre, tonteando con todos, pero echándome atrás siempre.
-Nunca cambias. Dichoso aquel que consiga que salgas con él.
-Bahh… Si es que en esta mierda de pueblo no hay nadie en condiciones, ni
nadie que me merezca. Soy mucho para lo que hay aquí.
-¿Queréis tomar algo? -escucho a mi madre de
fondo.
-¿Queréis desayunar? ¡Mirad qué hora es! -repito lo que dice mamá y
miro la hora.
-¡Qué va! Si tengo las cosas en casa de Cecilia –explica Pilar-. Debemos volver y yo irme a mi house.
-Vaya…
-Nos ponemos en contacto por Whatsapp.
-Ejem… Yo no tengo, ¿recordáis? Mis padres no me quieren comprar un móvil
con wifi -digo resignada.
-Ya te llamaremos, entonces. ¡Hasta luego! –Se despidió Pilar
-Luego te llamo -Se despide Cecilia.
-Bye, chicas.
Tranquilamente desayuno después de la partida
de las chicas. Un vaso de leche con galletas.
Me invaden las ganas de llamar a Lucía, pero
para ella es demasiado temprano y estará durmiendo, así que me voy para mi
cuarto y me tiro en la cama.
-¡Esto es gloria! -exclamo más para mí misma.
Ruedo por ella y acabo envuelta entre las
sábanas. Según las modas de twitter,
estaría haciendo la croqueta.
Perfectamente puede haber pasado media hora y
en mi mente han intentado colarse pensamientos de ayer, después de la llamada
de Lucía, pero hago todo lo posible por evitarlos. Soy así, no me gusta eso de
auto-rayarme y siempre intento aplazarlo a más no poder aunque sé perfectamente
que llegará un momento donde tenga que enfrentarme a ellos, pero para eso
queda, ¿no?
Después de asearme y vestirme voy en busca de
mamá.
-¿Necesitas algo? -pregunto.
-No.
-Vale.
Me voy hacia el salón. Es más de mediodía y
Tom está viendo dibujos, me parece que es El
príncipe de Bel Air. Creo que es momento de conectarse un poco y ver si Lucía está ya despierta, me estoy
preocupando un poco.
Espero a que cague tuenti y twitter.
1 petición de amistad en Tuenti.
Pincho.
<<Nico Yatusabehh quieres
ser su amigo:
Hola, guapa ;)>>
No me lo creo.... ¿Otra vez?
Nico es mi ex, bueno, si se le puede
considerar como tal. Nuestra historia fue algo patético, la verdad, pero me
marcó. Pienso que es porque fue el primer chico por el que me pille, y de
hecho, el hawaiano, como lo llama
Lucía, es el unico que me ha hecho
olvidarlo después de cuatro meses.
Lo que paso es que lo dejamos después de una
excursión que él hizo y a la que yo no pude ir al estar en biología y él en
música, ya que en dicha excursión él se lió con otra. El problema -para él-,
fue que no se escondieron y Cecilia los vio en el bus liándose. Como es obvio,
lo dejé y no tuvo la desfachatez de negarlo, es más, desde entonces está con
esa chica, con Ana.
Así que no entiendo a qué viene esta petición.
Voy a espiar su tuenti...
Nunca le había gustado que tuviera ese nombre en tuenti, le hacía parecer cani, pero sus amigos hicieron un pacto y se pusieron
“yatusabehh” todos juntitos, como buenos amigos.
Nada más cargar su perfil, su estado me da de
frente: “Libre d nuevo
pa todas vosotras ;) Pero sabes q te qiero a ti y lo conseguire !". Uff… Espero que no vaya por mí, bastante mal lo pasé
cuando lo dejé. Me pasé un finde entero encerrada en mi habitación sin querer
salir, sólo para comer y hacer mis necesidades. La semana que continuó salí,
pero iba un poco zombi. Poco a poco, como todo en esta vida.
Aún es un poco doloroso ver esas imágenes
llamadas recuerdos, fueron un par de meses juntos... Todos esos recuerdos
juntos, nuestras bromas y juegos, las promesas, los te quiero... Todo eso quedó
atrás.
Una lágrima sale de mi ojo (...) Es curioso,
pero una vez leí que dependiendo de qué ojo sale la primera lágrima, es un
llanto de felicidad o de tristeza, aunque no recuerdo cuál era cual.
Me da penilla Ana, conociendo a Nico, sólo la
habrá utilizado. Sé que debería no darme pena, pero es que ella no tiene culpa
de nada ya que no tenía en ese momento
relación conocida, ni tenía que guardarle a nadie la cara, pero él sí. Y por
cosas que supe después,
sé que fue él quien fue en su búsqueda. Quién sabe si él
le dijo que lo habían dejado por aquel entonces.
Pero eso era pasado. No valía la pena. No quiero volver a recordar más. Ya, no. Gracias al hawaiano he logrado dejar de pensar el Nico, y no voy a volver a hacerlo. No quiero pasarlo mal. Es un capítulo cerrado. Ahora tocaba escribir uno nuevo
donde él ya no está.
-¡Layla! Ve al supermercado y compra medio kilo de lomo, que me falta para
haceros los filetes.
-Vale, mamá. Voy.
Apago el ordenador, no sin antes ignorar la petición, y
tirar la llave de ese cajón de mi mente por la ventana al mar.
Un suspiro cierra el capítulo de Nico.
Me llevo mi móvil por si Lucía me manda algún sms o da señales de
vida. Solo tenía que bajar una cuesta, y cruzar el paso de peatones hasta el
supermercado.
Después de veinte minutos allí dentro logro salir pero me tropiezo con un grupo
de chicas adolescentes, y entre ellas está Ana. Hablando del rey de Roma por la puerta asoma.
Era el momento de actuar y no pensar.
-¡Ana! –la llamo–. ¿Puedes venir un momento?
Ana me mira asustada, después de lo
que pasó con Nico nunca hemos hablado. Se aparta del grupo no sin antes echarles una mirada de siocurrealgovenidcorriendo y camina hacia mí.
-Claro… ¿qué pasa? –duda sí tiene que acercarse o no, pero si le echa Layla algo en cara, siempre puede recurrir a que ya habían roto, que volvía a ser todo suyo.
-Sé que no hemos hablado mucho, pero me han dicho que lo habéis dejado tú y
Nico. Simplemente quería decirte que es lo mejor que te ha podido pasar y que
no dejes que eso te hunda la vida. No merece la pena.
Ana se queda sin palabras, no se
esperaba nada de eso. Pensaba que le iba a decir que se jodiera que ahora Nico
volvería a ser de ella, y en cambio… le da ánimos.
-Debo irme. Suerte–se despide Layla.
No sé por qué he hecho eso, pero me siento mucho mejor desde
entonces. Es como quitarme 20 kilos de encima. A veces era mejor actuar sin pensar.
Quizás no debería haber hecho eso, no tendría
que haberle hablado, pero bastante mal lo he pasado yo como para que una cría
más sufra por él cuando no se lo merece.
Cuando llego a casa, ayudo con los filetes y
Nico pone la mesa. Quedan diez minutos para comer y vuelvo al ordenador. No hay
nadie -jodido whatsapp-. Como
siempre, mi segunda opción es el chat de tuenti
fotos. Está conectado.
Yo:hola
Él:Hola!
Yo:he hecho una cosa y qiero tu consejo
Él:Dime
Yo: mi ex ha dejado a la chica con la q me puso los cuernos, y comprando me la he cruzado, y le he dicho q no deje q el le
destroce la vida, q no merece la pena
Él:Porq lo has hecho?
Yo: no se.. lo he hecho sin pensar.. he hecho bn?
Él:Bueno.. al menos le has dejado claro q no la odias x
lo pasado.. se habra qedado un poco pillada, no?
Yo: un poco si.. xD en fin..
yo creo q he hecho lo correcto
Él:El hablar con ella no hace
daño, no? y si tu te sientes mejor.. eso es cosa tuya
Yo: yo me siento mejor q
antes xD
Él:No se hable mas!
Yo: gracias!! :)
Él:De nada
Yo:Me voy a ir, chao!!
Las decisiones debes de tomarlas por ti mismo, a él le puede parecer bien,
pero las niñas seguro que se volverán
locas nada más enterarse. Las decisiones deben tomarse calmadamente, y sabiendo
que es lo que tú quieres.
Y eso era algo que jamás debería olvidar, y que debo de tener en cuenta a partir de ahora: mirar por mí y no por lo que los demás opinen, porque unos irán a tu
favor y otros en contra.