¿Dónde está? Llevo
cinco minutos esperándole, habíamos quedado en el sitio donde nos encontramos por primera vez, cuando huía de la fiesta tan desastrosa de Pablo. ¿Y si lo llamo? Mierda, no tengo su número de móvil. ¿Y si se ha arrepentido? No, había
sido él el que propuso la cita después de tanto hablar por tuenti,
no creo que sea ahora capaz de dejarme
aquí tirada.
Estoy segura.
Pero... Es un tio. La mayoría de los
tios pasan de todo. Qué asco. Miro de nuevo hacia ambos lados. Nada, ni rastro
de Francis. Es como si la arena se lo hubiera tragado.
-Tranquila, vendrá. Tranquila... -me digo a mí misma.Cierro los ojos e inspiro.
¿Cómo puedo estar tan nerviosa?
Juego con la arena intentando hacer de
la espera algo más ameno. Quema. Dejo que caiga de mi mano y forme un pequeño
montón de arena para después deshacerlo .
Siete minutos.
Ese chico no es nada del otro mundo, pero
es verdad que me está empezando a
gustar, ¿tendría razón Layla? En ese caso... Sería el primero después
de lo que pasó en el viaje de estudios.
Ocho minutos.
¿Debería irme? No ha pasado ni dos segundos y estoy mirando el reloj de nuevo. Esperaré hasta las cinco y cuarto, solo son
siete insignificantes minutos más, no una eternidad. Resoplo. Uff, estoy al borde de un ataque de
nervios.
-¿Dónde demonios estás, Francis?
-Emm... Detrás tuya, Lucía.
Allí
estaba. No me había girado aún, pero su voz
procedía de detrás de mí. Desde que su voz ha llegado a mi cerebro no tardo ni
medio segundo cuando éste lanza la orden de girarme, y ahí está, frente a mí.
Va con el
torso al descubierto y un bañador verde de pantalón. Con su pelo aplanchetado y
tan mono...
Reacciono al momento. No quiero que
descubra mi yo sensible. Eso quedó en
el pasado.
-Hola –digo
como puedo, pero sólo mi yo interno es consciente de este hecho.
Me sonríe. Ay, Dios mio...
-Hola. –Que sonrisa tenía
tan bonita... – ¿te apetece que vayamos a mi casa?
La primera -y única- idea que cruza por
mi mente es: otro tio más. Sí, otro tio que me busca para conseguir lo que
todos quieren: sexo.
Maldigo interiormente.
¿Por qué a mí? Bastante sufrí en el
crucero... pero parece que ese hecho no es importante. Aun así sigo teniendo la
mala suerte de toparme con chicos de ese estilo. Pero, por otra parte me
prometí a mí misma que nunca iba a dejar que se volvieran a aprovechar de mí, y
que iba a actuar como ellos, aunque no me esperaba que Francis también fuera de
esos.
Me está mirando esperando a que tome una
decisión. Mi yo sensible se derrite ante su mirada y me regaña
mentalmente por no haberme fijado antes en él, en clase.
¿Qué puedo hacer: ir
con él y disfrutar un rato o debo de inventarme una excusa, como ir a comprar la cena de esta
noche? Mientras me debato interiormente,
Francis no me aparta la vista. Lo cierto es que no han pasado cinco segundos
desde que él ha hablado, pero para que no se impaciente pongo cara de
dubitativa. Mi parte sensata va ganando la partida, es un chico que me gusta, y
no sólo físicamente. No quiero sufrir más. Pero mi lado atrevido contraataca
argumentando que podemos empezar como follamigos
y terminar siendo algo más.
Francis da un paso hacia mí y me coge de
la mano mientras echa a andar. Durante esos instantes no me ha mirado ni un
segundo y ha evitado todo contacto visual. Se nota que le ha costado bastante
dar ese paso. Es tan tierno...
¿Pero qué demonios me pasa? Este niño me
ha trastornado por completo. Yo antes no era así. Dios mio, ¿me ha embrujado?
-Claro, me invitas a merendar.
Sé
que para haber dicho eso mejor me hubiese callado, pero no soportaba ese
silencio que se habia ido creando entre los dos. Es insoportable.
Nos estamos acercando a la zona de los chalés. Vaya, vaya... Con que
tenía pasta, pero eso era lo de menos. Después de haber caminado unos 20 metros, me suelta mano, asegurándose
de que lo sigo, pero sin mirar hacia atrás.
Ahora mismo estoy dividida en dos, una
parte de mí dice que está nervioso porque es muy tímido, y esa timidez descarta
cualquier acto sexual; pero la otra dice que está nervioso porque es su primera
vez y quiere ir preparado para otra chica.
El caso es que sigo detrás de él, en un
completo silencio y con una calor tremenda.
Se para a unos cinco metros de mí,
delante del segundo chalé de esa calle. Acelero el paso un poco y él saca las
llaves para introducirlas en una cancela de hierro forjado blanco. Abre y me
hace un gesto con la mano para que pase yo primero.
Flipo.
La cancela se encuentra en la esquina
izquierda del chalé y sus laterales se encuentran formados por altos pinos, que
marcan sus límites y, a la vez, les da intimidad. La casa se encuentra al
fondo, de un color blanco y que cuenta con escaleras laterales para llegar a la
puerta principal de madera y grandes ventanales, no puedo ver el interior
puesto que hay unas enormes cortinas de un amarillo que pasa desapercibido. A
su derecha presenta una pequeña casa, de estilo similar, aunque no cuenta con
escaleras y se ve más sencilla.
Una inmensa piscina central decora el lugar, junto con pequeños círculos de
piedras rellenos de rosales rosas, rojos y amarillos, que hacían de aquello un
lugar muy bonito y acogedor. A un lado se encontraba una mesa de hierro blanco
con cuatro sillas que poseían un cojín amarillo cada una, y un centro floral amarillo –seguramente hecho con rosas de ese
jardín.
-Guau -exclamo de puro asombro.
-Lo sé, es bonito. Siéntate en la silla, yo ahora vengo.
-Vale.
Este sitio era fantástico.
¿Dónde habría ido? Todas nuestras conversaciones durante
estos días me venían a la mente. Fue él quien me agregó a tuenti, me mandó una petición a los dos días con un “Hola, qué tal? Espero que estés mejor.” Yo le acepté corriendo y le contesté con un “Mejor, gracias ;)” y desde entonces siempre hemos estado en contacto ya que luego pasamos a Whatsapp.
Me acerco a la piscina y me quedo
contemplando mi reflejo. ¿A quién voy a engañar? Sólo tenía que mirarme: pearcings, pelo indomable, antipática...
Todo en mí giraba en torno a un perfil de chica dura y mala. Lo único adorable
era el pequeño corazón negro que me regaló Cris después del crucero. No pintaba
nada con Francis...
En un impulso, me invade la idea de
abandonar la casa e irme, llevo un mes ilusionándome con él y no quiero sufrir.
Hago amago de moverme cuando veo su reflejo junto al mío. Ahí está, con su
bañador verde. Me giro y quedamos uno frente al otro. Silencio. Sólo estamos él
y yo a centímetros, tan pocos que con mover mi brazo ya lo podría rozar. Por
primera vez, no sé cómo actuar frente a un tio. Tampoco quiero cagarla, y cabe
la posibilidad de que no quiera nada sexual conmigo. Decido que actúe él.
Por un instante, minutos, no lo sé, pero
el tiempo deja de tener un significado para ambos. Tiene unos ojos verdes
oscuros, que al acercarse a la pupila se funden con un marrón para perderse en
el negro.
De repente, su rostro enrojece y eleva
su mano. Un libro. Espera... ¿matemáticas?
-Volví -sonrió mientras daba un paso hacia
atrás- Verás,
me comentaste que las mates no son lo tuyo, ¿verdad?
-Ajá –contesto, extrañada. Hasta hace un segundo, parecía que iba a besarme.
Estoy desconcertada– Llevo arrastrando matemáticas desde que
tengo uso de razón.
Cuando termino de hablar, él está ya
sentado en la mesa, sobre ella hay un estuche y una libreta. ¿Cuánto tiempo ha
estado observándome antes de posarse junto a mí?
-Bueno, como yo voy en mates un curso avanzado, te puedo explicar
un poco, porque como no te saques mates, no podrás hacer selectividad.
-¿En serio? Vaya, gracias. Aunque la selectividad ahora mismo la veo como
lejano -Me acerco a la mesa y me siento a su lado.
-Suele pasar -responde-. Pero lo cierto
es que segundo pasa muy rápido, y para ir a selectividad necesitas ir limpia,
aunque no elijas mates.
No creo que me vaya a enterar mucho, y más si me habla de selectividad
ahora. Me queda un verano y un curso antes de amargarme con esa palabra que
tanto asusta a muchos de mis compañeros que están amargados ya con las medias
de primero. Mi filosofía de la vida es vivir, como diría Nietzsche, lo dionisiaco de la vida, el superhombre. Esa sería yo. Vivir para
vivir, tanto lo bueno como lo malo de este mundo, sin creer en nada más que en
él mismo. Debo reconocer que filosofía es la única asignatura que logra captar
mi atención. Para colmo, quien se ofrece a darme la clases es, ni más ni menos,
el chico que me gusta. Esto no iba a facilitar las cosas, seguro.
-¿Por dónde empezamos?
-Pues… ¿desde el comienzo? Nunca se me han dado bien, no sé por dónde meterle mano...
-¿Sabes… sabes sumar?
-Ja ja, que gracioso -Utilizo un tono irónico-. Claro, soy torpe, pero no
tanto.
-Comenzaremos por 1° de E.S.O. ¿Qué te parece? Así damos un repaso a cosas básicas.
-¡Genial! -De nuevo mi tono irónico. ¿Se cree que
soy una paleta de pueblo?
Me mira algo avergonzado.
-¿Qué tal si me explicas la materia de
primer de bachiller y las dudas que me surjan en el momento?
Asiente y agacha la cabeza mientras
refugia su mirada en el libro. He sido una tonta al pensar que un chico como él
se querría aprovechar de mí. Se nota de lejos que es súper tímido y un cachico de pan. ¡Cómo olvidar que me
quería dar clases de matemáticas! Si hacía apenas una hora se lo estaba
contando a Layla...
Francis coloca el libro sobre la mesa y
abre una libreta. Logaritmos. Genial...
Pasamos toda la tarde juntos,
hablando un poco de nuestra vida, de nuestras cosas, conociéndonos un poco mejor. Era mejor que por tuenti, mil veces mejor. Me moría por saber más de él.
Después de una hora, llegamos a un acuerdo, donde después de cada explicación y
ejercicios hecho correctamente por mí, "descansábamos" cinco minutos
y hablábamos de nosotros. Su vida era divertida, a pesar de la soledad que
sufría a veces, pero a menudo mencionaba alguno alguna anécdota o algo suyo,
creando una conversación muy fluida.
En resumen, su padre es abogado y
trabaja un montón, mientras que su madre está siempre en casa con reuniones con
sus amigas. Él es hijo único, del que esperan que sea abogado aunque él
prefiere las matemáticas.
Bzz. Bzz.
Un whatsapp. Cojo mi móvil. Es mi madre.
Vas a venir a cenar?
¿A cenar? Miro la hora. Las nueve y treinta y siete.
-Bueno, creo que debería irme.- El sol ya se había ocultado desde hacía un rato y
me acabo de dar cuenta.
-Vale, ¿mañana a la misma hora?
-¿Qué? Uff… Mates en verano, ¿quién me lo iba a decir? Espero que sirva
para algo. – Como para ligarse al profe.
-Vas a ser la segunda empollona de mates el año que viene, ya
verás.
-¿La segunda? -Estoy ayudándolo a recoger las cosas
sin mirarle. Francis evita mi mirada.
-Claro, yo estaré en tu clase.
-Pero si tú vas un curso adelantado y eres de ciencias... -Algo no encaja.
-Ya...
Pero no puedo hacer selectividad dividida. Además, así puedo hacer matemáticas
II como general y matemáticas aplicadas a las ciencias sociales como
específica, o viceversa.
-Mmm... Me suena a chino lo que dices.
No estoy puesta en selectividad. Mientras sea algo positivo para ti...
»Además, dudo ser de las mejores. Con un cinco soy la más feliz del
mundo.
-Ya veremos... -Me ayudó a recoger las
últimas cosas.
-¿Me acompañas a la puerta? -Es más una súplica, espero que diga que sí.
-¡Claro!
Ambos caminamos hacia la cancela en
silencio. La tarde termina tal y como empezó, en silencio. Voy a girarme para
despedirme de él antes de salir cuando veo un bañador azul hawaiano con flores
amarillas. Por un milisegundo se me pasa por la mente que sea el hawaiano. Rápidamente alzo la vista y... ¡Es el chico ese del que se coló Layla! ¿Qué hacía allí?
-¡Qué pasa, primo! –saluda a Francis.
Creo que mi cara ahora mismo es el
reflejo de la perplejidad. Estoy flipando en colores.
-Hola, aquí con unas clases de mates.
-Bueno, encantado…
-Lucía–E intento mostrar una sonrisa y alejar el asombro de mi rostro. Layla iba a flipar
cuando se enterara de esto.
-Yo soy… – Pero justo en este momento se escucha I’m sexy and I know it– Tengo que
contestar. ¡Hasta
otra!
-Chao -lo despide Francis mientras se
adentra a la casa.
-¿Es... es tu primo?
-Sí, está pasando aquí el verano, ¿por qué? -Otra que ha
caído rendida a sus pies, piensa Francis.
-Oh… Por nada, es que nunca lo había visto por aquí -Y salgo de esa mansión sin más, alejándome del
chico que, desde crucero, está haciendo
que mi corazón vuelva a latir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario