Capítulo 1

Un último suspiro.
Layla contemplaba el paisaje que le ofrecía el coche, aquellas últimas imágenes de la costa, la playa, su dulce color, y como se perdía con el azul del cielo.
Otro suspiro.
Todo era como los demás veranos, pasaba un mes allí y volvía a ver a sus     amigos del verano, pasaba tiempo con ellos y volvían a ser cómplices de sus líos de verano, de sus secretos de adolescentes...
Pero este verano era todo distinto, y Layla lo sabía muy bien, no era como los demás. No podía volver a su casa, y volver con sus amigas haciendo que no   había pasado nada, aun que lo cierto era que NO había pasado nada, y era lo que a ella le fastidiaba.
Un suspiro más.
Cerró los ojos, y se apoyó en el cristal del coche, dejando que los recuerdos le invadieran...

Estaba con Lucía en los bancos de la plaza, en medio de todos aquellos piso que las rodeaban, donde los más pequeños jugaban en aquel parque, seguros y libes de cualquier peligro. Había una pareja de ancianos paseando, y detrás de ellos estaba él. Un chico guapísimo, Layla dejó de escuchar a su amiga, que tenía un gran dilema sobre que bikini debía ponerse para la fiesta, para observar a aquel chico: alto, tenía un moreno muy bonito a consecuencia de las horas expuestas al sol, con el pelo corto y moreno, aunque con algún que otro reflejo rubio, y unos ojos claros... Llevaba un bañador hawaiano azul claro y flores blancas.
Lucía, ante la falta de atención de su amiga, miró en la misma dirección que ella, y ambas siguieron con la mirada a aquel chico nuevo y guapo...

Durante todo el trayecto, su imagen le perseguía. Iba a ser muy difícil poder  olvidarlo. Aquel chico, ha sido el único capaz de hacerle olvidar a su ex.
Todavía recordaba la fiesta...

Lucía había optado por su bikini rosa con relleno, ya que era el que mejor pecho le hacía, y le encantaba llamar la atención de los tíos. Con un vestido corto y muy trasparente. Tentativa, explosiva. Llevaba ya diez minutos esperando a Layla.
Volvió a darle otro toque, ya iban tres.

-Ya voy, ya voy... – escuchaba Lucía en el portal.

-¡Siempre la última! – Se quejaba Lucía – ¡Cuando lleguemos la zorra de Sara le habrá echado el lazo a Jose!

Lucía se quedó sin palabras al ver a su amiga. Era cierto que no tenía un cuerpo diez, pero era capaz de conseguir a quien se propusiera sin muchos esfuerzos. Con su 85 de pecho y su rellenito trasero, era de las más deseadas de la playa. Pero no se podía engañar, sabía sacar partido a su cuerpo, y más a su belleza: tenía una mirada muy expresiva y unos labios carnosos que más de uno desearía poder besar. No era fea, no, y tampoco tenía el cuerpo diez que todas las adolescentes deseaban, pero se sabía defender y llamar la atención.

-¿Estás más delgada? – Preguntó mientras observaba su conjunto. Llevaba unos shorts de playa blancos con los bordes morados y el torso descubierto, solo   llevaba la parte del bikini de arriba, azul de palabra de honor, y dejaba mucho que desear.

-Bueno, me he quedado en una 38 y barriga no tengo.

-¿Vas a por el chico nuevo del bañador hawaiano? ¡Le has echado el ojo!

-No está mal... – estaba tremendo, no podía dejar de pensar en él – Pero es un chico raro, tiene algo misterioso. Me encanta.

-¡Qué puta...!

Y ambas se dirigieron hacia la mansión de Pablo, su amigo que, gracias a los  contactos de sus padres, era dueño de un trozo de playa.
Pero el chico no apareció en toda la noche. Quizá Pablo no lo invitó, o si era nuevo no conocía a nadie, y por eso no quiso asistir.

Otro suspiro.
Era mejor no pensar más en él, tenía que librarse de pensamientos, y la única forma de la que podía librarse Layla, era con su MP4 a todo volumen.