jueves, 14 de febrero de 2013

Capítulo Especial San Valentín

Hola a todos:)
Os recuerdo que es un capítulo especial, que no sigue la historia lineal de Cascabel. Es un paréntesis en la novela.
Disfrutado:)
Pdta: Feliz San Valentín a los enamorados<3
La cara de Lucía había sido épica cuando descubrió que iban a ver a Layla gracias al chófer de Francis.
Cuando él se ofeció a llevarnos al cumpleaños de Layla, Lucía debió de pensar que iríamos con mi tío. Aún no sabía hasta qué punto era mi primito rico.
Yo había optado por sentarme delante, de copiloto, y dejar a los tortolitos solos detrás. No me iba mucho eso de estar soportando miraditas, estar en medio de ambos o en un extremo autista. Eso de aguantar la vela no estaba hecho para mí.
Pedro, el chófer, había sintonizado EuropaFM a petición de Lucía. En ese momento se podía escuchar a Maroon 5. Era un grupo que me gustaba, a pesar de que yo prefería el house o electro.
Ya habíamos atravesado la ciudad y salido de ella. Por lo que había entendido, en menos de media hora estaríamos allí, con Layla.
Estaba nervioso, aunque solo era un poco. Agaché mi mirada en busca de mis manos. Cerré mi mano derecha hasta que formó un puño y pusé mi mano izquierda sobre ella, haciendo que mis dedos crujieran. Justo después, hice lo propio con la mano izquierda. Crujir los dedos. Eso era algo que siempre me había relajado mucho.
No entendía muy bien porqué estaba nervioso, bueno sí, era porque en menos de media hora vería a Layla, y eso era algo que ella no se esperaba en absoluto. Pero no era la primera vez que iba a ver a una chica, de hecho, lo dejé hace unas semanas con Sara, ya que me había vuelto a engañar. Los pillé yo mismo.
Había quedado con ella para San Valentín. Ibamos a ir a la playa por la tarde y hacer un picnic allí. Habíamos quedado a las cuatro y media en el semáforo de la Iglesia pero todavía no había aparecido.
Preocupado por si le había pasado algo, fui a buscarla. Pensé en llamarla, pero esa misma mañana perdió el móvil.
Estaba llegando a su casa cuando me pareció escuchar su voz. Sabía que era algo imposible, pero me acerqué al callejón que daba a la doble puerta de aquel bar donde discutimos la primera vez, cuando yo me enteré de que me había engañado.
Resulta irónico ahora.
Estaba seguro, esa era su voz. Pero había otra voz más grave acompañandola.
-Tengo que irme. Gaby me está esperando.- Mis sospechas se confirmaron en ese momento: era Sara.
-Pero muñeca, todavía no te he dado tu regalo de San Valentín.-Y mientras acababa la frase puso su mano sobre el trasero de Sara y la atrajó hacia su miembro viril, apretándola.
¿Le estaría mostrando su ereción? Fue lo único que fui capaz de pensar en ese momento.
-Esta noche.- Y lo besó en los labios.
No pude controlarme. La rabia y la impotencia de saber que me estaban engañando y riendose en mi cara se apoderó de mí y sin decir ni una palabra, me dirigí a ellos. Agarrando al chaval por detrás, logré separarlos y le arreé un puñetazo en toda la cara, cayendo éste hacia atrás.
¿Sabéis eso que dicen de que las miradas matan? Pues este fue uno de esos casos. Miré a Sara con tanto desprecio y odio, que todo quedó claro y desde entonces no hemos cruzado ni una sola palabra.
Cuando llegué a casa de mis tíos, no había salido Francis a casa de  Lucía aún, y le conté un poco lo sucedido. Me explicó que ese chaval era Jose y que gracias a él, Lucía se fijó en mi primito.
Al parecer Lucía y Sara tuvieron en el verano una pequeña "discusión" ya que ambas querían rollo con él.
Durante una semana, en el pueblo no había otra cosa de qué hablar que la pelea de Jose y el responsable de que tuviera la nariz partida. Nunca, hasta día de hoy, han abierto ninguno de los dos la boca, y nunca se les ha conocido ninguna relación entre ellos.
Después de eso, mi vida consistia en ir pasando los días.
Mi padre estaba pesado con eso de volver con él y dejar a mis tíos, pero después de lo pasado con mamá no podía volver allí. Eran demasiados recuerdos en esa casa, podía oler aún su perfume en el baño, escuchar su risa por las mañanas cuando iba a la cocina a desayunar, encontrarla al llegar del instituto hablando con las plantas mientras mi padre tocaba de fondo el piano. "¿Sabes? A las plantas hay que hablarle, contarle tus problemas. Ponerle música-y miraba en dirección al comedor, donde mi padre se encontraba-. Eso les ayuda a crecer mejor y estar más bonitas". Solía decirme...
No podía volver.
Pero lo mejor de estas semanas fue meterme en el tuenti. Estaba aburrido porque llovía mucho y no podía salir a ningún lado así que me pillé el portátil para escuchar un poco de house. Mi primito estaba en casa de Lucía y no había problema alguno... hasta que abrí el tuenti: mi primito se lo había dejado abierto en el perfil de Lucía, viendo sus fotos.
En la foto actual, salía ella en una fiesta porque había mucha gente detrás, y salía con un chico. En la etiqueta ponía que su nombre era Pablo. A ese tio ya lo conocía, de vista. Tenía pinta de chulo con su pelo a lo Justin Bieber sin peinar. Pero lo que me llamó la atención fue una tercera etiqueta. Era de una chica llamada Layla, y no estaba presente, al menos no al completo. La unica zona que había presente de ella era su trasero.
Me dio curiosidad por saber como sería su rostro. Y pinché sobre su nombre con la esperanza de que mi primito la tuviera agregada.
Tuve suerte.
En la principal salía una chica con unas curvas espectaculares. Tenía un culo apetecible pero con poco pecho, aunque eso no la hacía menos atractiva. Tenía el pelo recogido en una cola alta y dejaba un flequillo hacia el lado. Unos ojos verdes maquillados y una sonrisa que dejaba ver sus dientes. Era preciosa.
Sus manos descansadan sobre una valla que se encontraba a su derecha y de fondo un valle verde con un pequeño lago.
Comenzé a espiar su tuenti. En las primeras fotos, salía con una tal Pilar y Cecilia en un banco, alguna que otra foto de ella sola, un par de fotos en grupo en una zona demasiado verde para ser Andalucia, y su foto de principal entre ellas. Presté más atención a esas fotos y llegué a la conclusión de que eran de un viaje del instituto de alguna zona del norte de España. Había también fotos en una discoteca y ella con un vestido negro y un gorro de Papa Noel.
Así estuve hasta llegar a fotos del verano, donde ella aparecía con Lucía.
Hasta ese momento, no habían fotos de ella con algún posible pretendiente. En las fotos de verano estaba más atento por alguna extraña razón. Pero a cada foto que pasaba, estaba más convencido de que conocía a esa chica.
Recuerdo que después de ese día, algo en mí cambió. Intentaba recordar si Layla estuvo conmigo en la playa o coincidimos en alguna parte, pero nada.
Pasaron semanas, donde yo no era capaz de hacer otra cosa que espiar el tuenti de Lucía para poder verla. Hasta que me harté de esa situación, era momento de hablar con Lucía. Quizás la trajo un día a casa... Necesitaba saber.
Así pues, una tarde que vino a casa y estabamos los tres cenando saqué el tema.
-Lucía, el otro día mi primo se dejó tuenti abierto y vi una foto tuya con una tal... Layla.- Directo al grano. Era la mejor opción.
Cuidadosamente, estudié su reacción sin levantar muchas sospechas. Seguía devorando la pizza, dando la impresión de qué hacía meses que no comía.
Durante un breve instante se quedó inmóvil, incluso me atrevería que decir que en estado de shock. Su rostro y la ausencia de movimiento por su parte, reflejaba la sorpresa que sus palabras no eran capaces de expresar. Pero fue durante unos segundos. Rápidamente, recuperó se expresión e indiferente, dijo:
-No es de aquí. Viene a veranear. ¿Por qué preguntas por ella?
Bajo esa indiferencia, Lucía ocultaba algo.
-Creo que la conozco... -Respondí sin más, como aquel que tiene acné y cuenta la aparición de un nuevo grano.
Entonces se cayó su máscara. El trozo de pizza se estampó contra la mesa, y sus ojos se encontraban bien abiertos ante mi suposición de conocer a su amiga, claro está, acompañados de su boca abierta en forma de O.
-¿Qué?- dije manteniendo mi fachada de estoeslomásnormalporfavordimequétepasa.
-Nada, nada... - Logró decir lo más rápido posible, pero su mente estaba vagando por el mundo de las ideas y pensamientos, acompañandonos solamente físicamente.
Cazada.
Su actitud demostraba que la conocía, no sé de qué, pero de algo. Mi mente vagó por varias suposiciones que pensaba que podrían ser.
Por ejemplo, que le gustase a Layla, me espiaran y en una de esas veces yo la ví, que la trajera a casa o quedaramos para una fiesta... No, eso no era posible porque me acordaría de ella.
Mire nuevamente a Lucía, su mirada estaba posada sobre mí, estaba estudiandome. La miré, devolviendole la mirada e intentando incomodarla para que hablara.
-¿Pasa algo? - Volví a insistir.
-No.
Cuando mi primito volvió de acompañarla a su casa, lo aceché.
Jugaba con ventaja, y es que él no sabe mentir.
-Primito, dime la verdad-. Le dije mientras me sentaba en su cama.
Él acababa de dejar la chaqueta en la silla.
-¿Qué verdad?
-No me voy a andar con rodeos. ¿Por qué tu novia ha reaccionado así?
-Yo... No lo sé-. Y salió de la habitación.
Lo sabía, y no me iba a dar por vencido.
A la mañana siguiente me levanté antes que él y le cogí el móvil. Podía mandarle a Lucía un sms desde su móvil y quedar con ella, pero todavía no sabía de qué pie cojeaba; era mejor tratar con mi primo.
Después del mediodía, nos encontrabamos en su piscina, cuando me preguntó si yo habia visto su móvil.
-Dime qué pasa y te lo daré.
-¡No pasa nada!- Y se lanzó a la piscina.
-¿Ah, no? -Y fui tras él-. ¿Me puedes explicar por qué huyes de mí cada vez que te saco el tema? - Por suerte, mi primito no tenía el carácter de su novia.
Me miró. Jaque mate. Había ganado.
Se salió de la piscina y se sentó en la tumbona. Aunque estabamos a principios de abril, hoy hacia muy buena temperatura. Una ola de calor proveniente de África.
Yo me quedé dentro de la piscina y apontocado en el bordillo esperando.
-Layla viene a veranear todos los años. -Comenzó-. Un día que quedó con Lucía te vió y se empezó a obsesionar un poco contigo.
»Lucía te vió con Sara antes de que formalizaraís vuestra relación e intentó que Layla se olvidará de ti inventandole excusas y mentiras sobre ti.- En ningún momento me miró a la cara, y solo podía significar dos cosas: o se avergonzaba de aquella situación porque no estaba de acuerdo en algo, o se metería en problemas con Lucía...
Después de aquel día, le garantizé a mi primo que no le diría nada a Lucía para que estuviera tranquilo y deje pasar el tema.
Todos los días necesitaba ver su tuenti, necesitaba saber de ella, así que siempre que mi primito quedaba con Lucía, yo cogía su portátil ya que siempre dejaba su sesión de tuenti abierta, hasta que descubrí que el cumpleaños de Layla era próximamente y hablé con Lucía.
No fue una conversación para no olvidar ni nada por el estilo, simplemente fui al grano y le zampé que lo sabía todo, que a mí también me gustaba y que iría con ella para su cumpleaños.
Y aquí me tenéis, metido en el coche y esperando impaciente a llegar.
No he sido consciente de que en todo este rato de recuerdos he estado crujiendome los dedos hasta que el chófer me zampa que pare, que lo estoy poniendo nervioso.
Estamos tomando una curva, que al pasar deja ver como la carretera se pierde entre las primeras casas.
Hemos llegado.
Lucía llama por móvil a las amigas de Layla y les dice nuestro paradero y espera nuevas ordenes, mientras mi mente vaga sobre los pocos recuerdos que tengo de Layla. Estoy ansioso por verla: su pelo, su sonrisa, esos ojos verdes, sus labios... Quiero saber a que huele.
Ahora nos dirigimos a una cochera. Le han dado las señas al chófer. Llegamos a una cochera, que está repleta de globos y chicas.
-¡Hola!- Exclama una de ellas. Tiene flequillo y es morena. -Soy Cecilia, aunque podéis llamarme  Ceci-. Se presenta. Vuelve la vista atrás y señala al resto:
-La chica rubia es Pilar, la morena del pelo rizado es mi hermana Raquel y la chica de la trenza al lado es Lorena, la prima de Pilar.
Las saludo con un gesto de la cabeza, están ocupadas con los preparativos. Rápidamente Lucía se pone manos a la obra y las está ayudando. En ese mismo instante miro a mi primito. No tenemos ni puta idea de qué hacer. La chica rubia me pide que me encargue de la música y señala un portátil. Suerte que nunca me separo del pen drive. Mi primito me acompaña, a pesar de que sé que no tiene ni pajolera idea de qué voy a hacer.
Más de una vez pillo a Cecilia mirandome, y alguna que otra junto con Lucía.
Poco a poco, el sitio empieza a llenarse de gente: novios de algunas de las chicas, primos y primas de Layla y compañeros de clase.
Cada vez que veo que entra una persona, presiento que mi plan de estar a solas con ella va a ser misión imposible.
Cuando quiero acordar, ha pasado más de una hora y aún no hay rastro de Layla por ninguna parte.
Esto pinta negro.
Cuando está todo listo, Cecilia hace ademan de ir a por Layla, y sin pensarlo, salgo tras ella.
La cuestión ahora es si debo de avisar a Cecilia o si debo callarme.
Mmm... Una díficil decisión: hablar o callar, esa es la cuestión; y me rio de mí mismo por mi estúpida ocurrencia.
Actúo por instinto propio.
-Esto... Cecilia-. Lo que al principio parecia una llamada sin más, al final no sé distinguía en si era una pregunta o no.
Me paro en seco, esperando una reacción por parte de ella, quizá algo por el estilo de Lucía, o todo lo contrario, una actitud más seria, o tranquila... Aún no conocía a esta chica del todo para saberlo.
Se gira y no para de mirarme. Aquella mirada que había estado toda la tarde acechándome a escondidas ahora lo hacia sin tapujos algunos.
Yo sabía perfectamente lo que quería lograr: intimidarme, pero aprovechó bien el tiempo y a su vez me estuvo estudiando.
Me estoy comportando y me dejo, ya que es la única forma de poder estar a solas, cara a cara, con Layla.
-Dime.
-Me preguntaba si... Yo podría acompañarte.-Mientras hablaba, estaba dando un paso cautelarmente hacia ella.
-Ni siquiera la conoces. ¿Por qué quieres venir?- Su tono era desafiante.
Solo me queda utilizar mi última baraja, y no me va a temblar el pulso: es a todo o nada.
-¿De verdad me vas a negar que no sabes quién soy, que Layla no se ha pasado horas y horas hablandote de mí?
Su rostro ni se inmutó. Ella lo sabe todo, algo que yo ya veía venir. No me equivocaba respecto a mis pensamientos, Lucía se lo ha contado todo.
-Dejame ir. Dame la oportunidad de poderla conocer, de hablar con ella... Dejanos saber si tenemos opotunidad alguna.- Cuando terminé de hablar, estaba frente a ella.
Me mira seriamente, y de pronto su expresión cambia. Es más relajada y está sonriendo.
-Está bien.- Inconscientemente estoy sonriendo y corró hacia su lado.
-Gracias.- Agradezco lo más sinceramente que puedo.
-Pero no te confies.- Advierte mientras estamos caminando.
-¿Porqué?
-Ella lo ha pasado muy mal por ti. Le ha costado olvidarte, ¿sabes? Más que gustarle parecía una obsesión.
»Como comprenderas, es normal que Lucía y yo nos mostraramos reacias a que vinieras después de todo lo sucedido, y más sabiendo que has estado con Sara.
Hice ademán de contestar, pero preferí callarme. Se lo debía por confiar en mí y dejarme acompañarla.
-No sé si esto será bueno o no, pero ahora mismo me da igual Lucía y lo que ella piense. ¡A la porra! Pero... Como le hagas el más mínimo daño te juro que te arrancaré los huevos, y después irá Lucía.
No me molestó en absoluto su amenaza. Era una chica con carácter y que se preocupa por sus amigas. Eso me gusta.
El resto de camino transcurre en silencio.
-Esta es su casa.- Y señaló la casa de enfrente. Estaba demasiado nervioso para fijarme.- Yo ahora voy a bajarla con los ojos vendados. A final de la calle a mano derecha hay una pequeña placeta con bancos y arbustos. Llévala ahí y en media hora volveré.
Todo me ha quedado claro. Al final, es ella quien la guía hasta la placeta. La sienta en un banco, y se va.
Ahora estamos solos, ella y yo.
Seguramente Cecilia ha debido de decirle que se arreglara porque está hermosa.
Su pelo, tan liso y de color castaño, cae sobre sus hombros y espalda, acompañado por si flequillo hacia el lado. Lleva una camiseta rosa fuscia ancha, y aunque tiene poco pecho, se nota abultado bajo la tela. Lleva unos vaqueros cortos con unas medias oscuras y unas sabrinas fuscias, de un tono distinto al de la camiseta. Lleva una chaqueta vaquera abierta.
No puedo verle sus preciosos ojos porque quedan ocultos debajo de ese pañuelo, pero seguro que con ellos está igual de hermosa, porque está insuperable. Huele deliciosa.
-Ceci, ¿dónde estamos?
Callé. ¿Qué hago ahora?
Su voz es dulce, angelical. Con solo esas tres palabras me tiene hipnotizado.
-¿Cecilia?- Está comenzando a ponerse nerviosa. Su respiración se está acelerando. Debo de hablar. No puedo tardarme más.
-Hola.- Mi voz es apenas audible.
-¿Quién eres? - Su voz denotaba miedo. Tengo que actuar rápido. Dirigió sus manos hacia el pañuelo.
-¡No! Espera, por favor. No te lo quites.
»Soy amigo de Cecilia. Es que... No le ha dado tiempo a prepararte una cosa y... te ha dejado conmigo.
-No te creo. Conozco a todos los amigos de Cecilia, y para nada me suena tu voz.- No confiaría en mí, pero si voz estaba más relajada.
-La verdad... He conocido a Cecilia hoy mismo. Pero a ti te conozco de hace unos meses.- Su respiración volvió a alterarse.
-¿Quién eres?- Le cogí las manos para que no se quitara el pañuelo.
-Si te dijera que soy ese chico que llevas esperando desde hace unos meses, ¿me creerías?
»No te digo tampoco que soy el príncipe azul que todas las chicas desean, porque tengo mis más y mis menos. Pero te puedo asegurar que no has salido de mis pensamientos desde hace semanas. Te he soñado, te he pensado, te he imaginado miles de veces, he imaginado el momento en el que volvería a verte de nuevo, en el que podría escuchar tu voz, olerte...
»Te he estado esperando, Layla.- A medida que he ido hablando, expresando lo que siento por ella, se ha ido calmando, hasta tal punto de que al intentar soltarse de mi agarre, yo me dejé, y cual fue mi sorpresa al ver que ahora era ella quién me cogió la mano. ¿Sabría quién era? Aun así, no me callé, y ese gesto me dió mucha confianza.
Ahora estabamos los dos en silencio. Me apetece mucho besarla, decidle que a pesar de no haber hablado nunca con ella, siento que ella es muy especial para mí.
Decido darle mi regalo antes de que Cecilia aparezca a por nosotros.
-Layla.- Susurró su nombre. Se escucha tan dulce dicho desde mis labios.
-Dime.- Estaba sonriendo.
-¿Sabes quién soy?
-Tengo mis sospechas...
Le solté la mano para llevar las mias al pañuelo. Lo estoy deshaciendo cuando tengo sus manos sobre las mias.
-¿Me dejas que te ayude?
-Claro.
Nuestras manos estaban tocandose, rozandose,  deshaciendo juntas el nudo que impedía que ella pueda verme.
Lentamente, el pañuelo cayó por su suave piel, dejando a su paso sus preciosos ojos verdes y marrones al descubierto.
Por unos segundos, unicamente se escucha nuestra respiración mientras nos contemplamos mutuamente.
Sus ojos están maquillados, haciendola más bella de lo que yo podía recordar.
Nada más descansar su mirada en mí, su preciosa sonrisa aumentaba lentamente, dejando ver sus dientes blancos. Quiero probar esos labios, y sin pensarlo dos veces, la besó.
Lentamente acerco mi cabeza a la suya, agarrandola dulcemente de su cuello para acercarla a mí. Con cada centímetro que está más próxima a mí, mi pulso va aumentando su ritmo. Al fin, sus labios rozan los mios, y se apodera de mí un gratificante escalofrío.
Nuestro primer beso.

2 comentarios:

  1. ¡Qué bonito!
    Espero con muchííísimas ganas que cuelgues un nuevo capítulo :)

    ResponderEliminar
  2. Hola:)
    Me alegro de que te parezca bonito. Ya puedes disfrutar de él.
    Un beso

    ResponderEliminar