domingo, 12 de agosto de 2012

Capítulo 10


-Tú madre es una mujer muy elegante…
 
-Sí, le gusta sentirse bien consigo misma. 

-Que guay… Me encantaría de mayor tener su estilo y elegancia. ¿Cómo se llama? 

-Alba. 

Era el momento ahora, y Lucía lo sabía, en este descanso-despedida, era el momento de 
sacar el tema de “Gabriel”. Se lo debía a Layla. 

-Oye… 

-Dime. 

-Tu primo ese… Gabriel… ¿Porqué lleva siempre el mismo bañador?

-Pues... no es el mismo: tiene dos o tres azules, y uno de cada color, rojo, verde, amarillo...

-Ahh... ¿Y porqué hawaiano?

-Su abuelo por parte de madre es de Hawaii, y desde pequeño le ha inculcado los valores hawaianos
 y la cultura.

-Mmm... ¿Y se queda aquí todo el verano? 

-Sí, creo que sí. ¿Por qué? 

-Oh… Por nada. Simple curiosidad. Es que me lo he encontrado un par de veces. – Explicó, no 
quería que pensará que le gustaba o algo. Oh oh. Había metido la pata. 

-Tranquila, lo podrás ver más veces… - Dijo decaído. 

Oh oh. 

-Bueno… ehh… no es por mí. – Lo siento Layla. – ¿Te acuerdas de mi amiga Layla? Le gusta, pero
 lo ha pasado muy mal en su última relación, y… no quiero que lo vuelva a pasar mal. Por eso quiero
 saber cómo es tu primo para ella. – Suspiró. 

-Dile que no se haga ilusiones… Mi primo va a vivir la vida, es joven, no quiere obligaciones. 

-Pues… lo he visto esta tarde con Sara, y parecía que la cosa iba en serio. 

-¿Cuánto te crees que le queda a mi primo aquí? Puede poner la relación seria, incluso comprometerse,
 pero en menos de un mes desaparecerá, y... ¡pum! Adiós a todo. No entiendo por qué tanto interés, 
además, por lo que sé, tu amiga esa no vive aquí, ¿qué más le da? ¿Por qué no me dices la verdad? – Su
 voz sonaba desesperada, no le hablaba con enfado ni con ira, solo con la voz de alguien a quien le han 
partido el corazón, a alguien que se había ilusionado y se había chocado contra la pared. 

-¿Pero… ¡de qué vas!? – Ahí salió la Lucía que todo el mundo conocía, la Lucía enfadada, aquella que 
no se dejaba pisotear ni vencer por nadie. Quizás Francis no se lo merecía, y ella lo sabía, pero le jodió
 bastante que dudará de ella, ¿es que no se daba cuenta o qué? A ella le gustaba él, ÉL, no
 Gabriel. – Perdona, Francis, pero si estás tan ciego ¡es tu culpa! No es mi problema que creas que todos
 van detrás de tu primo, y que él es super mega guapo y cosas así. ¡Él problema es tuyo si no ves más 
allá de tus ojos! ¡Tuyo! Es que parece mentira... ¿no has notado nuestro tonteo por Tuenti o qué? ¿Qué
 tengo que hacer para que te des cuenta? ¿No has visto que me quedo embobada cuando estoy aquí, 
delante tuya? ¿Tengo que ponerte un cartel que diga “Me gustas, Francis”? – Suspiró. – Quizás, deberías
 de dejar tus paranoias mentales a un lado sobre a quién le gusta quién... y mirar a tu alrededor.

Y dicho esto, Lucía se fue.

Francis se quedó allí sentado, asimilando todo lo que había pasado en esos últimos minutos, en todo lo
 que Lucía le había dicho. ¿De verdad le gustaba? No se había dado cuenta de nada... Aun que haciendo
 un repaso mental de los últimos encuentros y las conversaciones por Tuenti, y con lo que ella le había
 dicho ahora, quizás sí era verdad, y aquellas cosas eran demasiado obvias, pero no ante sus ojos en
 aquel momento. ¿Había metido la pata? Sí. 
Ahora mismo sus ánimos no daban para mucho.

¿Cómo era posible que no se hubiera dado cuenta? ¿Tan ciego era? Uff... que tardecita... Pero ahora le
 tenía que mandar un sms a Layla. ¿Qué le podía poner? Tampoco quería que supiera que esa chica era
 Sara, no quería hundirla. Pero quería que abriera los ojos, que no se dejara engañar por él, y por sus
 falsas ilusiones.

Uff... ¡Qué complicado era todo! Esta tarde lo había echado todo a perder con Francis. Se había pasado
 con él un poco... bastante. Pero le jodió mucho que dudará de ella, los tonteos habían sido poca cosa,
 pero el “xao wapo!” de despedida en el Tuenti era algo, ¿no? Al menos eso le servía a ella para saber 
si ese chico quería algo o no con ella, y estaba segura de que a él no le decían mucho lo de guapo, más
 que nada, por su escasa vida social, y ella supuso que eso a él le valdría.
Uff... Quizás debería de suponer menos y fijarse en el mundo real, como le había dicho a él hace unos
  minutos... ¿Qué debía de hacer ahora? ¿Volver y disculparse, o dejarlo pasar? La verdad era que Francis
 le gustaba mucho, su forma de ser, esas bromas que solo conoce ella... Uff... Lo mejor sería, de
 momento, dejarlo pasar, consultar con la almohada, y mañana sería otro día.

Todavía era temprano para irse a dormir, pero el día había sido agotador. Se tomó un Ibuprofeno, le dijo
 a su madre que no encontraba muy bien y que iba a echarse, que no la molestará. Iba a desconectar el
 móvil, cuando se acordó de que aún tenía que hacer una última cosa por hoy.

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