sábado, 25 de junio de 2016

Libros

¿Qué sería de la vida sin ellos? Son tan mágicos, tan buenos para el alma como escuchar música en un bajón nocturno o desahogarte con un amigo.
Libros. Ese pasaporte gratuito a mundos imaginarios, a países exóticos, a pequeños pueblos perdidos en la otra punta del mundo, o tan cercanos a ti que ni serías capaz de reconocerlos.
Libros. Esa puerta abierta a conocer gente, a desarrollar la imaginación, a vivir cada palabra, cada línea, cada párrafo, cada sentimiento (lágrima, risa, llanto...), ese enamoramiento repentino que surge en cada libro de ese personaje que podría ser nuestro príncipe azul (si existiera, claro), ese llanto a la muerte de alguien, como si fuera nuestro hermano. Esa sensación de que, poco a poco, abandonas tu vida y dejas de ser tú para convertirte en Julieta, en Isabella, en María, en Patricia... y vivir con ellas cada encuentro, cada desamor, cada segundo, cada momento de peligro. Vivir en ellas, sentir sus lágrimas sobre tus mejillas, sentir las caricias que reciben de otro.
Libros. Esas letras impresas en hojas que nos hacen soñar, que son mejor que una botella de alcohol, que alimentan la mente, nos enriquecen culturalmente, nos enseñan, nos ayudan.
Jamás cambiaré esos momentos vividos con ellos bajo las sábanas, leyendo hasta las cuatro o las cinco de la mañana, gracias a la luz de una linterna o de un móvil, con ese temor a que te pillen despierto a esas horas.
Gracias, por esa puerta mágica que sois hacia nuevos mundos, nuevas vidas... Gracias.

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